En jaque el modelo neoliberal mexicano

¡Ya no se enreden!

Después de seguir con detenimiento los primeros siete meses de gobierno de Andrés Manuel López Obrador con todas sus altas y bajas, hemos llegado a la siguiente conclusión:

AMLO está decidido a imponer un nuevo sistema económico y por lo mismo no reculará en las decisiones tomadas, incluyendo las más polémicas y funestas como la cancelación del aeropuerto de Texcoco.

Lo ha dicho varias veces con claridad:

Para finales del año será desmantelado el modelo económico neoliberal que supuestamente operó en México en los últimos 36 años, es decir desde el sexenio de Miguel de la Madrid.

De ahí sus decisiones tan sorpresivas como extrañas, por ello las renuncias de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda y la de Germán Martínez al IMSS, quienes no comparten la ideología del presidente en turno.

Por ello los subsidios excesivos a los jóvenes, a las personas de la tercera edad y los apoyos al campo y a los más necesitados con programas sociales de los años setenta.

Su orientación hacia el modelo keynesiano que implica una mayor intervención del estado en la economía, explica por qué López Obrador desea construir por su cuenta la refinería Dos Bocas, el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y quien sabe cuántos proyectos más.

Con la terquedad que le caracteriza, el primer mandatario seguirá en esa línea durante los próximos seis años al menos que antes le truene la economía o bien cuando la sociedad mexicana y sus organizaciones decidan oponerse de manera firme a dicho modelo.

Por lo anterior también se entienden los desplantes políticos del partido Morena que en Baja California impone, con la complicidad de los partidos locales, una decisión arbitraria y unilateral de extender de dos a cinco años el periodo del próximo gobernante.

Igualmente se explican las consultas patito de López Obrador, quien de una manera caprichosa toma acciones supuestamente de carácter social para complacer a sus votantes.

Quienes vivimos la funesta docena trágica de 1970 a 1982 recordamos con facilidad los yerros y excesos que se cometieron en aquella época y que llevaron a México a una quiebra financiera y social de proporciones mayúsculas.

Varias de esas acciones se están repitiendo en el arranque del actual sexenio por lo que no dudamos ni tantito que el exceso de gasto social, la desconfianza entre inversionistas y la construcción de elefantes blancos, conduzca al país a una nueva crisis similar a la de 1982.

Es cierto, México es hoy muy distinto a la década de los ochenta, es posible además que López Obrador sea un poco más cuidadoso con el gasto público y que la economía aguante varios años de traspiés, pero si deberás se desmantela el modelo neoliberal entraremos muy pronto en un camino sin rumbo y sin salida.

Lo que ahora concierne a los mexicanos que no creemos en el modelo keynesiano es oponerse cuantas veces sea posible y necesario a todas las acciones que consideramos erróneas e injustas.

Para ello contamos con organismos ciudadanos y gremiales que todavía funcionan, con la libertad de las redes sociales y de algunos medios de comunicación, con mecanismos legales a los que recurrir como son los amparos y finalmente con las marchas públicas que sí pesan a la hora de la verdad.

Hay que voltear y aprender de los vecinos norteños, Donald Trump llegó con enormes planes de cambios, sin embargo un buen número de iniciativas se han estrellado en juzgados, en el Congreso y en la oposición de la ciudadanía.

Este sexenio será sin duda la hora de la verdad para México y su incipiente democracia.

Si la sociedad consigue frenar los arrebatos de este gobierno y de Morena, habremos dado un paso decisivo para nuestro sistema de libertades.

Pero si López Obrador y compañía hacen de las suyas e imponen su voluntad, tendremos que olvidarnos del sistema democrático y resignarnos a vivir una dictadura al estilo del viejo PRI o peor todavía, al estilo Venezuela.

La decisión está en nosotros, en todos los mexicanos.

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