La visión chata de López Obrador

La visión chata de López Obrador, escribe José Santiago Healy en #Actitides

Corrían los años ochenta, el mundo comenzaba a derribar barreras y muros ante la necesidad de un comercio libre, fluido y más organizado.

Bajo ese contexto viajamos a China durante la visita que el presidente Miguel de la Madrid realizó a aquella legendaria nación.

Era diciembre de 1986, Pekín nos recibió con un frío demoledor y la resaca de una nación enclaustrada que estaba a punto de iniciar su apertura y su posterior despegue económico.

En una sala enorme sin ostentaciones ni multitudes, el líder chino Deng Xiaoping, considerado el “arquitecto de la China moderna”, recibió con excelsa cordialidad a su homólogo mexicano.

Xiaoping era un hombre de baja estatura, de apenas 1.57 metros, pero transpiraba una personalidad y un liderazgo impresionantes.

De la Madrid se excedía en su intento de convencer al líder chino de los cambios que iniciaba México con su ingreso al GATT, una mayor apertura a la inversión y el inicio lento de la reprivatización de la banca.

En cambio Deng Xiaoping comunicó en muy pocas palabras los planes de China: “nuestro país se prepara para construir una sociedad medianamente acomodada para mediados del siglo XXI”.

Los mexicanos ahí presentes no entendíamos bien el mensaje, ¿cómo es posible que un político prometa acciones que sucederán varias décadas después?

Más tarde supimos que el jerarca oriental se refería al plan de apertura y modernización de China que inició años atrás y que contemplaba tres etapas a lo largo de setenta años.

La primera fue duplicar el PIB de China en dos años, lo que se logró a finales de los 80. La segunda fue cuatriplicar el PIB para el año 2000, meta que se consiguió en 1995, cinco años antes.

Y la tercera etapa es alcanzar un Producto Interno Bruto similar a los países medianamente desarrollados con la meta de garantizar un nivel social acomodado y la modernización de la población china.

Los logros están a la vista y gracias a este plan bien diseñado los chinos superaron la pobreza crónica y están en vías de convertirse en el país más rico del mundo.

Les quedan muchos rezagos por resolver en cuestión de libertades y derechos humanos, pero tarde o temprano habrán de dar grandes pasos en ese sentido como los dio el bloque comunista en años pasados.

Pero este cuento viene a colación porque nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en denostar a la clase media cuando este sector es uno de los más importantes en cualesquier sociedad libre y democrática.

AMLO modificó levemente su discurso hace unas horas –seguramente por la presión de sus asesores— para asegurar que desea construir una “nueva clase media” más humana, más fraterna y más solidaria.

Añade que esta nueva clase media debe ver por los más necesitados y por los que sufren, pero además sus integrantes tienen que estar politizados para no dejarse manipular por sus adversarios.

López Obrador a diferencia del célebre Xiaoping no aporta fórmulas ni datos concretos de cómo construirá su nueva clase media cuando además ya han transcurrido casi tres años de su Gobierno.

A diferencia, pues, del líder oriental que en dos ocasiones fue seleccionado “Hombre del Año” por la revista Time, AMLO parece hablar de la creación de un nuevo ejército de incondicionales que voten por Morena y que no vuelvan a darle la espalda como sucedió el 6 de junio en la Ciudad de México.

Sin duda hay de líderes a líderes en el mundo. Unos que construyen y que tienen una visión de largo plazo y otros de dimensión chata que sólo piensan en los votos y en el poder.

A manera de despedida

Luego de casi diez años de colaborar asiduamente en su periódico EXPRESO hoy me despido de nuestros lectores, ampliamente honrado y agradecido por llegar hasta ustedes durante este tiempo. Hay ciclos que se cumplen y nuevos retos por emprender, extiendo mi profunda gratitud a esta empresa editorial de cuyos directivos recibí siempre un trato excepcional y un respeto irrestricto a mis artículos. Gracias a Luis Felipe Romandía por su amistad, a Alejandro Bernal por su respaldo, a Cuauhtémoc Díaz por su paciencia y al staff editorial por su profesionalismo.

Aprecio la confianza de los lectores y los saludo con el corazón en la mano con la seguridad de que pronto nos volveremos a ver.