Viene lo más difícil para México

Viene lo más difícil para México, escribe José Santago Healy en #Actitudes

En medio de la confusión, la crispación social y el enfrentamiento entre el sector público y el privado, México se prepara para ingresar a la fase 3, la más difícil y la menos controlable de la pandemia del coronavirus.

Se llega a esta tercera etapa cuando la enfermedad se ha extendido por todo el país y cuando los casos por contagio se

cuentan por miles.

Es sin duda el peor escenario porque como lo externó el propio subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, existe el peligro de que el sistema hospitalario se colapse ante el progresión acelerada e irreversible de enfermos.

Al miércoles por la noche, el número confirmado de personas infectadas por el Covid-19 ascendió a 5,847 con un  total de 449 muertes. La sorpresa fue que la cantidad de fallecidos llegó a 43 y se espera que se incremente gradualmente en los próximos días.

Cuando estamos, pues, a punto de entrar a la fase más crítica se escuchan quejas por doquier sobre la falta de equipamiento para médicos en clínicas y hospitales además de que en ciudades como Tijuana -número uno en contagios- las camas y los respiradores para enfermos ya no alcanzan.

Basta recordar que no hace muchas semanas las autoridades, empezando por el presidente López Obrador, aseguraron una y otra vez que México estaba preparado para la contingencia y que en nuestro país el coronavirus no causaría los estragos de países tan afectados como España, Italia y Estados Unidos.

Sin embargo, a estas alturas y cuando en otras latitudes intentan tomar medidas para hacer más flexible el confinamiento, los mexicanos tendremos que prepararnos para varias semanas muy largas y dolorosas, especialmente en ciudades populosas donde el coronavirus se propaga con mayor velocidad e intensidad.

No queremos echar toda la culpa a los gobernantes de los errores y fallas en torno a la pandemia, pero sí dejar claro que muchos políticos abusaron de su demagogia y populismo, ahora tendrán que enfrentar con la boca cerrada y el corazón arrugado el dolor que está por venir.

Es increíble que apenas este viernes se exigirá el uso de mascarillas en el metro y el transporte público de la Ciudad de México cuando la medida debió aplicarse varias semanas atrás.

¿No hemos aprendido de la experiencia de los países asiáticos? Peor todavía que los funcionarios federales, comenzando por el presidente López Obrador, realicen sus reuniones y su conferencia mañanera sin usar equipo protector y sin mantener la tan publicitada sana distancia.

En tanto el país sobrevive en la incertidumbre económica porque las medidas para salvar los empleos y las empresas

no esenciales no se ven por ningún lado.

Mientras en Estados Unidos los causantes fiscales comenzaron a recibir esta semana jugosos cheques para enfrentar

la crisis además de préstamos y apoyos fiscales, en México no hemos podido superar las discrepancias entre el gobierno federal y el sector productivo.

Se extraña la presencia del secretario de Hacienda, Arturo Herrera, quien podría en estos momentos ser el figura clave para unificar criterios. Nada sabemos del secretario de Seguridad,

Alfonso Durazo, cuya experiencia en las crisis de sexenios anteriores podría ser muy útil durante la actual contingencia.

Cuando los tiempos exigen unidad, conciliación y magnanimidad, las cúpulas en México insisten en darse hasta con la cubeta y en evadir responsabilidades. Vamos viendo cada quien en su sector como coopera cuando menos en sus círculos más allegados.

Necesitamos un líder competente y con visión de estadista que lamentablemente no tenemos y al mismo tiempo  decenas de dirigentes regionales con capacidad y audacia para conducir los tiempos duros que se avecinan tanto en el tema de salud como en el económico.

Cabe recordar que en el peor escenario, el Covid-19 infectaría a cerca del 1% de la población, es decir 1.2 millones de personas.

Pero si las medidas preventivas y de control funcionan los contagiados oscilarán entre 175 mil y 300 mil personas.

Noticia final

Muy interesante la misiva que cuatro ex presidentes latinoamericanos, entre ellos Ernesto Zedillo, enviaron al Fondo Monetario Internacional en donde solicitan un “desembolso masivo” de recursos para apoyar a los países más afectados por la pandemia en América Latina ante sus consecuencias catastróficas.

Denuncian además que “algunos líderes han apostado por una política populista y divisiva en medio de la tragedia”