Decadencia humana
De trayecto a casa entrada la noche, después de un vertiginoso día, plagado de noticias lacerantes, que podrían rayar en lo inverosímil, esas que duelen hasta lo más profundo del alma, no puedo evitar el reflexionar en estos violentos hechos ocurridos en nuestra localidad y cuestionarme: ¿Qué nos está pasando como seres humanos? ¿Nos hemos vuelto insensibles, ajenos al dolor?
¿Estamos en decadencia? No encuentro respuesta, el silencio en el auto es apabullante, me asfi xia, bajo el vidrio para respirar aire fresco y pongo música para distraerme. No lo logro, los minutos de camino a mi hogar se me hacen eternos, solo quiero abrazar a mis hijas, ¡sí! Dos hermosas niñas y decirles que las amo y eso provoca que vuelva a recordar que fueron ¡niños!
Y a sus jóvenes madres a quienes les arrebataron la vida sujetos sin alma, despiadados, carentes de todo pero con potentes armas y sobrada maldad, a quienes no les importó absolutamente nada; que me perdone Dios, pero el odio se apodera de mi y maldigo mil veces. Cuáles fueron los motivos de tan cruel crimen, lo desconozco, no especulo, que sean las autoridades quienes lo esclarezcan, no me compete a mi como civil hacerlo.
Por mi parte me corresponde cuestionarme, cuestionar qué nos está ocurriendo, pero vamos aclarando, qué entendemos por DECADENCIA, de acuerdo a la Real Academia Española, el termino viene del verbo decaer, “ir a menos, perder alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor”; y en esta corta frase se defi ne todo.
Nos encontramos en un proceso de deterioro como seres humanos, una sociedad que está colapsando o que experimenta un declive moral; destruimos ecosistemas, entonces que nos cuesta destruirnos a nosotros mismos (entiéndase el disimulado sarcasmo) La decadencia que vivimos en México (y el mundo entero) ya no se disimula, poco a poco vemos como se desmoronan aquellos pilares sociales, la religión, las costumbres, la justicia; la transformación es inevitable y así lo han señalado especialistas.
¿Tenemos remedio? ¿Podemos recuperarnos a nosotros mismos como sociedad? O seguiremos indiferentes, yo quiero creer que sí hay solución, tal vez sea una romántica empedernida, no me culpen, pero soy una enamorada de la vida, por ese motivo continuando en mi refl exión nocturna post laboral, recapitulo y digo a mis adentros ¿Qué puedo yo hacer para contribuir a mejorar mi entorno? ¿A frenar la decadencia?
Creo, humildemente, que desde mi trinchera, puedo empezar por amar fervientemente a mis hijas, inculcarles valores, autoestima, enseñarles a respetar a los demás pero empezar por ellas mismas, mostrarles la realidad del mundo sin asustarlas, que aprendan a tomar decisiones certeras, que sepan que tendrá repercusiones positivas o negativas, que el bien que hagan se reflejará en su entorno, que deben hacer la diferencia.
Recordemos que los seres humanos cuando nacemos no poseemos información, imágenes, ideas, mucho menos juicio, todo lo vamos aprendiendo poco a poco, nos nutrimos mentalmente de lo que percibimos alrededor; de ahí que una gran referencia sea el ejemplo que se vive dentro de la familia, el principal proveedor de valores. ¿Qué más puedo hacer?
Aunque suene anticuado, ser un buen ciudadano, respetar a mis semejantes, ser cortés, brindar una sonrisa, ayudar a quien así lo requiera, practicar todos aquellos valores tan olvidados y arrumbados en la esquina más oscura de este mundo tan material, tan corrompido, tan competitivo, ambicioso, esa ambición que a fi nal de cuentas llevó a un grupo de sujetos (que un día fueron niños y tal vez tengan una familia) a cometer un crimen tan atroz.
¿Podemos dar marcha atrás a esta DECADENCIA humana? Espero sí; mi camino refl exivo acaba al llegar a casa, abre la puerta mi pequeña, sale a mi encuentro mi segunda nena, me abrazan y preguntan cómo le fue a mamá, me detengo y pienso: ¿Qué les digo? Prefi ero esbozar una sonrisa, abrazarlas con la fuerza que solo el amor me puede dar, les respondo que bien, titubeante les platico los sucesos acontecidos (con ciertas reservas, no ahondo en detalles) se sorprenden y me preguntan: mamá, ¿Pero por qué hacen eso esas personas? No logro responderles, les digo que como humanos nos hemos perdido en la ambición desmedida, en las adicciones, es inevitable observar la expresión de sus rostros, no logran dimensionar el problema; la más pequeña me dice: que piensa que de chiquitos no les dieron amor, creo que tiene razón.
Es Profesionista, hija, hermana, amiga, compañera, pero sobre todo mamá de dos hermosas niñas.