Enrique lleva más de 40 años como bolero de zapatos

Para Enrique, una buena presentación propia y un servicio de primera, han sido la clave para mantenerse en la preferencia de los clientes durante más de cuarenta años, en su puesto de bola “La Campana”.

NOGALES, SON.- Para Enrique, una buena presentación propia y un servicio de primera, han sido la clave para mantenerse en la preferencia de los clientes, quienes durante más de cuarenta años han sido parte importante para que el puesto de bolaLa Campana” se mantenga en servicio.

Es uno de los pocos, quizás tres o cuatro boleros que se mantienen activos y constantes, para brindar una labor que todavía es muy solicitada por aquellas personas que prefieren y cuidan su imagen, como el tener bien limpio su calzado.

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Conoce su historia

El señor Enrique Valdez Soltero, empezó con la profesión de bolero desde los ochenta y desde entonces, se ha mantenido en un oficio despreciado por la sociedad, pero con el cual, se ha apoyado para mantener a su familia, sacar adelante a sus seis hijos y disfrutar su jubilación “dando bola”.

A sus 69 años, Enrique ha disfrutado de los 43 años de servicio en el puesto ubicado en la esquina de las calles Porfirio Diaz y Álvaro Obregón, en pleno centro histórico de Nogales, de donde nunca se ha movido y en donde sus clientes pueden encontrarlo todos los días de la semana.

“Desde ese tiempo lo manejo, he tenido algunos empleados aquí mientras yo desempeñaba mi profesión, pero ya que me pensione, me vine a trabajar aquí”, dijo, al recordar que durante más de 35 años, combinó la boleada con su profesión para la cual estudió, la contaduría.

Llevó la contabilidad de empresas y de personas físicas, mientras colaboradores le mantenían el puesto de bola abierto. Tras jubilarse, trabajó nueve años más en el Instituto del Deporte de Nogales, siguiendo al pendiente del negocio, hasta que terminó su labor en esta institución, y desde hace cinco años está de lleno sobre el cajón de bola.

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¿Cómo inició el negocio?

El vecino de la colonia Buenas Aires, recuerda que, a finales de la década de los setenta, pasaba frecuentemente por el lugar y miraba la estructura en abandono, hasta que decidió hablar con el propietario de la cafetería “La Campana”, don Julio Mosqueda, y le pidió que le rentara el puesto.

Empezó a levantarlo poco a poco con apoyo de un joven que le brindó ayuda, y desde entonces se mantiene en servicio. Nunca le pagó renta a don Julio, porque su propietario no le aceptaba pagos, hasta que, a los cinco meses, le preguntó si le gustaba el negocio, a lo que Enrique le respondió que sí, y fue así como decidió regalarle el puesto.

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Una vez al frente del negocio, Valdez Soltero combinó su tiempo con su otra afición, su amor por el beisbol, ya que se dedicó también a entrenar a niños en los campos de la unidad deportiva, par de labores que actualmente combina.

“Yo aprendí el oficio de bolero viendo a los chavalos que tenía aquí, venía todos los días, traía material y me quedaba a ver cómo trabajaban y fui aprendiendo. Ahorita más o menos me defiendo ya, tengo clientela, la gente vuelve y pues es señal que les ha gustado la chamba”, agrega.

Esfuerzo y dificultades

Acepta haber tenido algunos contratiempos menores, no así la pandemia por Covid-19, de la cual dice no le afectó ni en su salud propia, familia ni en el negocio, ya que los clientes acudieron con regularidad, mientras cumplía con las recomendaciones de las autoridades de salud.

Enrique reconoce que el oficio de bolero es muy noble, que sale para comer todos los días y que, en lo personal, ha tratado de dignificarlo, ya que la gente tiene la idea de que el bolero debe trabajar sucio, “par la fregada”, como dijo, cuando no es así.

“Es como cualquier otro trabajo, uno tiene que presentarse bañado, bien cambiado, peinado y darle otro enfoque al oficio, porque no nomas es traer el cajoncito en la calle, hay que darle otro giro”, añade.

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Comenta que, aun teniendo una profesión de contador, con la cual tenía un sueldo base, siempre prefirió conservar su segundo trabajo de bolero, pues es una labor que, si se ofrece con entrega y con buen servicio, a diario genera recursos.

De los pocos boleros que quedan

Valdez Soltero recuerda que el puesto de bola le generaba recursos de hasta 600 a 700 pesos a diario en años pasados, por lo que siempre prefirió traer un “dinerito” en las bolsas del pantalón para lo que se ofreciera en casa, aun cuando se desempeñaba como contador.

Recuerda también los buenos años como bolero, cuando se usaban mucho las botas vaqueras de pieles exóticas y de colores vivos, ocasionando un “boom” para quienes ofrecían bola en las calles, porque la gente siempre quería calzar sus botas o zapatos limpios.

“Ahorita establecidos en puestos fijos o semifijos, somos unos cuatro o cinco boleros nomas en todo Nogales, es un oficio que está extinguiéndose, hay algunos muchachos que llegan a Nogales a trabajar con un cajón, pero establecidos, somos pocos”, explica.

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Negocio exitoso

Agrega que para triunfar y ser exitoso como bolero, la clave es ser paciente y esperar al cliente; hay días que no se puede parar por tanto trabajo, y hay otros que se pasa hasta una hora sin hacer nada, en espera de que llegue alguien a sentarse en el puesto.

Reiteró que la bolería es un oficio noble, y que sí deja para vivir sabiéndolo administrar. En su caso personal, incluso está a punto de ofrecer su servicio a domicilio, ya que cuenta con una camioneta en donde puede llevar su cajón a oficinas y comercios, ofreciendo la boleada, retoque, tapitas y lavado de tenis.

La boleada la hace en un promedio de quince minutos, y el costo es de treinta pesos, un valor que se ha mantenido por muchos años, ya que para el señor Enrique es más valioso mantener la clientela con módicos precios y que sigan llegando a su puesto.

Enrique Valdez Soltero, bolero de zapatos (Especial / EXPRESO)

Acepta que en ocasiones pueden llegar a presentarse personas jóvenes con su cajón de bola, buscando salir adelante con esa profesión, a lo que Enrique les recomienda primero tratar de estudiar alguna carrera, y si las circunstancias no son buenas, entonces dedicarse y aprender a fondo el oficio de la bolería.

“Hay oficios como mecánicos y carpinteros, que al igual que la bolería, si lo haces, hay que hacerlo bien y tratar de darle una buena atención al cliente, de tener buen material”, concluye.