eMujeres | María Luisa Alatorre, defensora de los derechos sexuales de las personas
En la actualidad, María Luisa Alatorre trabaja en la CEDH como directora de Atención a los Derechos Sexuales y Reproductivos, área de la que fue pionera hace seis años y permanece como única en su tipo en el país.
HERMOSILLO, SON.- A diario María Luisa Alatorre Castañeda se levanta con la convicción de defender y promover los derechos sexuales de todas las personas. En la actualidad trabaja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) como directora de Atención a los Derechos Sexuales y Reproductivos, área de la que fue pionera hace seis años y permanece como única en su tipo en el país.
Su labor en la CEDH le abrió en gran medida el panorama, la hizo más congruente y la sigue formando. Desde hace tiempo es activista, y sus experiencias personales reforzaron sus ganas por informar adecuadamente sobre los mitos y realidades que en Sonora enfrenta la comunidad LGBTTTIQA (Lesbiana, Gay, Bisexual, Travesti, Transexual, Transgénero, Intersexual, Queer y Asexual).
Nació en Hermosillo. Es hija de Lupita y Mario. Forma parte de una familia muy trabajadora y conocida en la localidad. La egresada de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora afirma que es necesario reformar la Ley Estatal para Prevenir la Discriminación, y ponerle “dientes” a la CEDH.
Una infancia diferente
En su infancia predominaron los juegos dinámicos (correr, futbol, beisbol, entre otros) y una mayor interacción con los varones. Le enfadaban las actividades estereotipadas hacia las niñas, a tal grado de percibirse como alguien diferente.
“Me percibía diferente y me lo hacían sentir también con carrilla, señalándome. Yo tenía un vozarrón, entonces mi voz fue en su momento algo que me ocasionaba muchos problemas de autoestima porque me decían ‘voz de hombre’, ‘el marimacho’; también por mi forma de ser y hablar; jugaba con puros niños; todo el tiempo fui etiquetada como la machorra, el batito, el morro, y sí me hizo bastante mella”, recordó.
Durante su crianza, su abuela paterna jugó un papel muy importante. La describe como una mujer enérgica, que la percibía diferente y observaba en ella sus deseos y proyecciones.
“Me percibía de manera distinta porque veía que sufría cuando me ponían vestidos; yo quería mi overol, mis pantalones; me chocaba traer el cabello suelto. Yo pedía el Ken, no pedía la Barbie y cuando las pedí era porque era la Barbie vaquera y andaba a caballo, y la Barbie california porque traía carro”, recordó.
Lesbiana a mucho orgullo
María Luisa se define como una mujer orgullosamente lesbiana. Salió del clóset a los 28 años de edad, proceso muy difícil en el que se topó con la carrilla sobre su aspecto masculino, la negación por su preferencia e incluso, la pérdida de su primer empleo debido a su orientación sexual.
“Me encanta ser lesbiana; antes me daba mucha vergüenza; es muy fuerte la palabra porque en el contexto, en la generación que yo viví, que te dijeran lesbiana todavía se usaba como un insulto.
No era una orientación, era un insulto. No había información, y ésta estaba enfocada a que era una desviación y estaba mal; había una carga prejuiciosa en el concepto de homosexualidad”, recalcó.
Y aunque la etapa universitaria fue devastadora debido a que se acentuaron los señalamientos hacia su persona, encontró en su familia, especialmente en su hermana, a una aliada para encontrarse a sí misma.
“Mi hermana, ella me sacó del clóset. Me dejaba en la cama revistas que hablaban sobre el tema y yo enojadísima. En la casa se empezaron a dar cuenta; todos los sabían menos yo y hasta la fecha es cosa de reírnos”, recordó.
Como parte de su activismo, se integró a Diverciudad, organización que realizó en Hermosillo las primeras acciones para visibilizar a la comunidad LGBTTTIQA a través de la cultura, el arte, talleres y ciclos de cine.
De Diverciudad no fue fundadora ni la única integrante, pero sí la más visible porque se atrevió a dar entrevistas, lo que le abrió las puertas en la CEDH, organismo que vio en ella a la persona indicada para crear un puente con la comunidad LGBTTTIQA de Sonora.
Nadar contra corriente
Como parte de las actividades diarias que realiza en la CEDH, María Luisa busca un acercamiento con instituciones y centros educativos para promover entre la población información sexual integral.
“Defender los derechos sexuales de las personas no nada más es hablar de con quién me acuesto; hablamos de cómo me visto, con quién me junto; si soy niña y quiero usar el cabello corto que no me critiquen; si soy niño y me quiero pintar las uñas que no me critiquen.
“Si me quiero cortar el cabello que no me corran de la escuela, estamos hablando también de infancias trans, de embarazos no planeados, de ITS (Infecciones de Trasmisión Sexual), que se pueden prevenir con información sexual integral”, detalló.
Alatorre Castañeda afirma que en nuestra sociedad hay una combinación entre institucionalidad y “buenas costumbres”, padres y madres de familia, además de prejuicios, que generan la nula existencia de programas de educación sexual integrales.
“Se sigue pensando que si hablamos de educación sexual va a llegar María Luisa Alatorre con un látigo y una maleta llena de condones y preservativos a la escuela; no, eso no es educación sexual. Hay desinformación porque todo lo que habla de sexualidad, está lleno de tabús y prejuicios”, indicó.
Para la también comunicóloga, la importancia de una educación sexual integral radica en todo aquello que se puede evitar, como el abuso sexual, las ITS, la depresión y los embarazos no planeados.
“Las cifras dicen que ocho de cada 10 personas que no aceptan su orientación sexual, son ocho veces más propensas a suicidarse; entonces estamos hablando de que necesitamos saber sobre estos temas”, sostiene.
Lamenta que la discriminación esté presente y normalizada en nuestra sociedad. Desde su perspectiva, urge una reforma a la Ley Estatal contra la Discriminación, pues las tipificaciones por este delito siguen siendo muy débiles. También señala la urgencia de darle “dientes” a la CEDH, tema en el que se trabajará hasta lograrlo.
También promueve la congruencia, el amor y la sororidad entre las mujeres
Hace tres años María Luisa Alatorre Castañeda obtuvo una beca para estudiar un diplomado en Washington, D.C., como parte del programa “Mujeres de 100”, organizado por el Gobierno del Estado. También fue reconocida por Grupo Salinas como Ciudadana del año 2019. Imparte conferencias y talleres en ciudades de Sonora y otros estados del país.
“No sé si se puedan llamar logros; son las cosas que me indican; son indicadores de que algo estoy haciendo bien”, dijo.
Este año María Luisa no será la abanderada en las marchas por el mes del orgullo. Afirma que se necesitan nuevas voces y rostros que hablen sobre la diversidad y derechos de la comunidad LGBTTTIQA.
“Es bueno bajarse un rato de ese escalón para que haya nuevos liderazgos. El activismo en Derechos Humanos de las personas LGBT necesita nuevas caras, nuevas voces”, puntualizó.
A las mujeres, les pide ser sororas, pues el tiempo de sororidad es hoy. Su deseo es que triunfe el amor, la sororidad, la congruencia, y se reconozca que todas las mujeres son igual de válidas sin importar qué les guste y disguste.
“Hay que cuidarnos pues todas somos hermanas; la fuerza tiene que salir de nosotras para las otras”, finalizó.