eMujeres | Ejerce la psicología con perspectiva de género

Ana Lourdes Galaviz Barrera ha trabajado 10 años con grupos de reeducación para mujeres que sufrieron violencia.

HERMOSILLO, SON. - Para Ana Lourdes Galaviz Barreras la psicología debe ejercerse con perspectiva de género, pues ayuda a tener una visión más amplia de lo que ocurre en nuestra sociedad.

Estudió Psicología en el Instituto Tecnológico de Sonora (Itson) y la maestría en Desarrollo Regional en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD).

Como parte de su desarrollo profesional, ha trabajado e investigado temas como el suicidio, bullying y violencia hacia la mujer, todos con un enfoque de género que desde un inicio se le facilitó integrar al ámbito laboral.

Nació en Navojoa, y al ser la menor de una familia de ocho hijos, es consciente del machismo que impera en nuestra sociedad.

Durante 10 años trabajó con grupos de reeducación para mujeres que sufrieron violencia; hoy en día labora en el Hospital General del Estado, además de brindar atención psicológica de manera externa.

Violencia en las escuelas

Como parte de su trabajo de titulación de la maestría en Desarrollo Regional en el CIAD participó en una investigación sobre el bullying en secundarias de Sonora.

Dicho análisis se abordó con perspectiva de género, y la idea era conocer quiénes ejercían más violencia, si las mujeres o los hombres, y de qué forma.

“Íbamos a la escuela, aplicábamos un test a estudiantes, también entrevistábamos a la orientadora u orientador del plantel”, recordó.

Y aunque se detectó que los hombres ejercían más violencia física, también encontraron que las mujeres producían un tipo diferente de violencia.

“Que las mujeres tenían formas más finas de ejercer la violencia que los hombres, fue algo que encontramos en los resultados. Ejercían la violencia de manera distinta, por ejemplo, los hombres eran más con golpes y las mujeres con palabras, ni siquiera se notaba que la ejercían”, apuntó.

Embarazos en adolescentes

Mientras elaboraba su tesis de maestría se integró a otros proyectos.

La invitaron a participar en una investigación sobre embarazos adolescentes, a cargo del CIAD y el Instituto Sonorense de la Mujer (ISM).

“Tenías que ver qué estaba sucediendo; se hicieron investigaciones para saber cómo impactaban los programas de gobierno en los que participé y de qué forma eran atendidos los embarazos en las chicas adolescentes, pero no sólo en las chicas, sino qué se hacía o qué pasaba con el chico que había embarazado a esa chica”, puntualizó.

Los resultados de este estudio arrojaron que en los programas de gobierno no se tomaba en cuenta a los varones y la responsabilidad del cuidado de los hijos (as) seguía dependiendo de la mujer.

“Había programas de gobierno en donde le daban una beca a ella, pero a él no lo becaban para que siguiera estudiando; se ignoraba al chico como si no fuera ni responsable o no necesitara ayuda”.

“Porque en el caso de los chicos que sí se hacían responsables del embarazo de la chica, se tenían que salir de estudiar y no había un programa que los apoyara para que siguieran estudiando”, explicó.

Se corroboró también que sólo las mujeres recibían ayuda de guardería, pero también se les daba a ellas una responsabilidad mayor sobre el cuidado de los hijos (as).

“Se veía como que era darle más la responsabilidad a la mujer, entonces eso hacía que en algunas cosas se beneficiaran las mujeres, pero también se les cargara más la responsabilidad y a los hombres se les deslindaba de ciertas responsabilidades”, mencionó.

Grupos de reeducación

Después se integró a un proyecto que dependía del Programa de Atención a Víctimas de Violencia Familiar (Pavif), y en el que permaneció durante 10 años. Se trata de grupos de reeducación para mujeres que sufrieron algún tipo de violencia.

“Es reeducar a las personas, híjole, es bien difícil porque tienes que trabajar realmente con la cultura, con el aprendizaje, y la concepción de ciertas ideas y roles de las personas y que ya con la preparación, tú te das cuenta de que eso es lo que le está haciendo daño, o que se generan relaciones de poder entre uno y otra”, explicó.

Ana Lourdes detalló que estos grupos de reeducación consisten en 25 sesiones dirigidas a hombres y mujeres.

Las psicólogas trabajan con mujeres y los psicólogos con hombres, en ambos se aplica un modelo ecológico.

“Se trabaja por el modelo ecológico, de lo más amplio que es la cultura, luego la cuestión familiar, hasta llegar a la persona, los mitos y realidades sobre la violencia, lo cultural, lo que hemos escuchado, lo que se ha reforzado, las vamos trabajando primero que nada, sobre todo también porque considerando la delicadeza y los tabús que se tienen sobre vivir violencia, la persona que lo está viviendo por lo general siente mucha pena o mucha vergüenza, no es fácil”, abundó.

EXP/NA/EV/MAR/2020