Así era la isla privada de Jeffrey Epstein

Conocida como Little St. James, la isla fue sometida a medidas de seguridad para llevar a cabo las investigaciones pertinentes al caso del magnate.

El infame caso de Jeffrey Epstein ha regresado a la primera plana de los medios internacionales con la publicación de una lista que revela nombres de figuras políticos y artistas asociados con el magnate, quien enfrentó acusaciones de abuso sexual y trata de menores. El documento, presentado en el Tribunal Federal de Distrito en Manhattan, Estados Unidos, incluye figuras destacadas como Donald Trump, Bill Clinton y Stephen Hawking.

Cabe resaltar que no ha sido comprobada la participación o complicidad de todas las personas enlistadas en de los crímenes imputados a Jeffrey Epstein. No obstante, la mayoría de los abusos se perpetraron en su isla privada.

Tras su arresto y detención en una prisión de alta seguridad, la isla de Epstein, conocida como Little St. James, fue sometida a medidas de seguridad para llevar a cabo las investigaciones pertinentes. Este 'paraíso', situado en el Caribe cerca de Puerto Rico, fue apodado como la 'isla de la pedofilia', y abarcaba unas 300 hectáreas. Sólo se podía acceder a ella por barco o en el jet privado denominado 'Lolita Express'.

Así era la isla privada de Jeffrey Epstein

En 1998, Epstein adquirió la propiedad por aproximadamente 8 millones de dólares. El complejo incluía la residencia principal, cuatro casas para huéspedes, helipuerto, tres playas privadas, piscinas, gimnasio y salas de cine, según testimonios de las víctimas.

Así era la isla privada de Jeffrey Epstein


¿Quién es el dueño actual de la isla?

En agosto de 2019, Epstein fue hallado muerto en su celda en la cárcel de Manhattan en lo que las autoridades determinaron como un suicidio, dos semanas después de que le negaran la libertad bajo fianza.

La mega isla de Epstein fue puesta en venta y adquirida por Stephen Deckoff, fundador de Black Diamond Capital Management, por alrededor de 60 millones de dólares. Deckoff, quien asegura no haber visitado la isla antes de la muerte de Epstein, planea transformar el complejo en un resort de lujo, poniendo fin a un capítulo oscuro en la historia de Little St. James.