El ahora exavión presidencial deja México rumbo a Tayikistán

El José María Morelos y Pavón despegó por última vez de México para hacer una escala a Estados Unidos antes de viajar a su nueva 'casa', Tayikistán.

El avión presidencial de México ha dejado finalmente el país en la tarde de este viernes, tras permanecer varios años en el Aeropuerto de Ciudad de México a la espera de un nuevo dueño.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien siempre criticó la posesión de este lujo innecesario, anunció el pasado 20 de abril que el avión había sido vendido al Gobierno de Tayikistán por un total de 1.659 millones de pesos, aproximadamente 92 millones de dólares.

La nave, un Boeing 787 Dreamliner con capacidad para 80 pasajeros, ha partido rumbo a Estados Unidos, donde funcionarios del Gobierno han informado que recibirá mantenimiento y será pintado antes de ser entregado a su nuevo propietario.

 La venta del avión presidencial generará un ahorro de más de 332 millones de pesos en intereses que el Gobierno federal pagaba a Banobras por el arrendamiento del mismo.

El presidente López Obrador celebró con júbilo la venta al Gobierno de Tayikistán, una exrepública soviética sobre la que el Kremlin de Putin tiene mucha influencia, y anunció que el dinero adquirido por la venta del avión fue depositado en las cuentas del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep), el cual se encargará de invertirlo en la construcción de dos hospitales en Tlapa (Guerrero) y Tuxtepec (Oaxaca), en el sur del país.

El director del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), Jorge Mendoza, ha detallado que el Estado gastó 80 millones de dólares en el equipamiento del avión, que incluyó una suite presidencial, una recámara de descanso, asientos de lujo, cada uno con su propia pantalla, escritorio, máquina para correr, salas y que se invirtieron otros 23 millones de dólares en refacciones y accesorios.

El presidente López Obrador había criticado duramente la posesión del avión, adquirido por 7.500 millones de pesos (218 millones de dólares) durante la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012), y ampliamente utilizado por Enrique Peña Nieto durante su mandato como presidente de México. Para el actual mandatario, era un derroche el costo del mantenimiento del aparato, del que dijo que “no lo tiene ni Obama ni Trump”.