Erika coopera desde su trinchera a la conservación de manglares
La reforestación de manglares es un tema sensible para la comunidad comcáac, por lo que Erika se especializó, mejoró su trabajo y formalizó el proyecto, pues, aunque observó el fenómeno desde su adolescencia.
En los últimos 20 años se han perdido el 25% de los manglares a nivel mundial, una problemática que Erika Barnett, mujer perteneciente a la comunidad comcáac, enfrenta con sus propias manos.
Esta deforestación, más dramática que la de las selvas tropicales, pone en riesgo la vida marina y de las comunidades que coexisten a su alrededor.
Actualmente Erika Barnett tiene 34 años de edad, pero desde su adolescencia ha tenido presente la importancia de los manglares y las amenazas que enfrentan. Debido a esto, comenzó recolectar las plántulas que arroja el mar para que más plantas se formen con el tiempo en estos bosques acuáticos.
“Esto comenzó hace como unos 15 años más o menos, cuando yo vivía en casa de mis papás, a la orilla del mar. La casa ya no está, se derrumbó, pero yo tendría unos 16 años más o menos cuando comenzamos a ver las plántulas de mangles chiquitas.
“Cuando es temporada el mar, las arroja a las orillas y se quedan secándose por mucho tiempo. Un día decidimos recolectarlas y ponerlas en botellas con agua bajo la sombra. Vimos que comenzaron a crecer y echar brotes: esa fue la primera vez que empezamos a recolectar”, narró.
La tribu comcáac, habita desde lo más remoto de su historia en las cercanías del mar. En el pasado, incluso, vivían en la Isla del Tiburón, la más grande del país. Es por ello que Erika observa con claridad los efectos de su desinteresada labor
“Los manglares son los árboles más grandes que crecen en el mar. Es como un refugio para peces, moluscos: es como una protección para la vida marina”, comentó.
La motivación de Erika para hacer este trabajo radica en su aporte al medio ambiente.
“¿Por qué hacer esto? Porque es muy importante el cuidado de los manglares, aporta mucho al medio ambiente, a la pesca, a nosotros”, expresó.
Formaliza su proyecto
La reforestación de manglares es un tema sensible para la comunidad comcáac, por lo que Erika se especializó, mejoró su trabajo y formalizó el proyecto, pues, aunque observó el fenómeno desde su adolescencia, fue hace 3 años cuando realmente tomó forma.
“Hace como tres años lo retomamos, pero ya entendiendo bien el tema, cómo cuidar las plantas y todo. Nos enfocamos más en la recolecta, el cuidado y construir los viveros. Luego se sumaron más personas, familiares y amigos. Ahorita somos como 10 personas trabajando en esto, pues sabemos que es importante ya que somos un pueblo pesquero”, expresó.
La ecologista estima que ha recolectado, brotado y trasplantado más de 4 mil plantas y ha sido invitada a múltiples congresos y reuniones sobre el tema. El más reciente con sede en Ciudad Obregón.
“En estos tres años nos han invitado a varios eventos. Hace un par de meses fuimos al Congreso Nacional de Manglares, en Obregón. Recibimos capacitaciones, cursos, talleres y fue muy bonito; se me hizo muy bonito darme cuenta que había más gente interesada. Yo nunca había visto un congreso de manglares y me dio mucho gusto”, manifestó.
Esta experiencia no fue lo único nuevo para Erika, ya que entró en contacto con la comunidad de científicos y ambientalistas interesados en los bosques marinos; con asesoría y consejos, perfeccionó su método.
“Ahora recojo semillas y plántulas, es todo un proceso: tenemos que conservarlas en un vivero por un año, pero un mes antes de irlos a trasplantar, comenzamos a regarlos con agua salada. Eso hace que la planta se aclimate, lo descubrí en el congreso”, externó.
Inspira a la comunidad
Esta historia ha inspirado a gente de todos los ámbitos, desde su esposo, primos y amigos que han colaborado con el diseño y la construcción del sistema de viveros, hasta los profesionales que la han felicitado en múltiples ocasiones y alentado a seguir adelante con su labor de conservación.
Gracias a ello, Erika ha recibido apoyo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, aunque su trabajo se refleja en situaciones esperanzadoras, ya que consiguió la reforestación del estero el Paraíso.
“Ha habido cambios, hace como un año reforestamos el estero el paraíso y ahorita están creciendo bien, eso es un bien para todos”.
Actualmente Erika mantiene mil 500 plántulas en su hogar en espera de ser trasplantadas y aportar a la diversidad del medio ambiente costero y, aunque en el camino ha recibido críticas, sigue adelante mostrando una sonrisa e invitando a todos a sumarse.
“Invito a las personas a tener más conexión con la naturaleza y empezar a cuidar más nuestro medio ambiente, pues me gustaría que más gente hiciera lo mismo y tener más impacto en la conservación”, puntualizó.