A pesar de haber estado cerca de varios colaboradores contagiados...

A PESAR de haber estado cerca de varios colaboradores contagiados, Andrés Manuel López Obrador no se había querido hacer la prueba del Covid-19 para mitigar los riesgos de la personas con las que tiene contacto.

SIN EMBARGO, si se trata de quedar bien con Donald Trump y cumplir con el protocolo del Gobierno de Estados Unidos, ahí sí... que traigan los hisopos porque vamos a la Casa Blanca.

LO CIERTO es que ni AMLO ni su nuevo mejor “amigou” quieren que su pobre -por decirlo de algún modo- gestión de la pandemia, que tiene a EU como el país con más muertos en el mundo y a México en lugar 5 (de acuerdo con las cifras oficiales de letalidad), sea el tema central de su primer encuentro, e insisten en que la reunión es por la entrada en vigor del T-MEC.

EL NEOYORQUINO está en plena campaña por la reelección y le urge cambiar la discusión pública marcada por un repunte en los contagios tras una fallida reapertura, las protestas contra el racismo y una crisis económica que lo han hecho caer en las encuestas.

LO QUE nomás no queda claro es qué va a ganar México con el primer viaje internacional de López Obrador o incluso qué piensa el Presidente que va a lograr con su visita al 1600 de la Pennsylvania Avenue.

Vaya misterio.

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EN LA ERA del Covid-19, la diferencia ideológica más grande ya no es entre liberales y conservadores: la frontera que divide el debate político está marcada por un accesorio que es también un instrumento fundamental para la salud pública: el cubrebocas.

LAS PRINCIPALES fuentes de investigación epidemiológica ya dejaron claro que cubrirse la nariz y la boca para interactuar con otras personas es tan importante como lavarse las manos y mantener una distancia sensata.

DE HECHO, el uso de la mascarilla se ha convertido en una señal clave sobre el estilo personal de gobernar alrededor del mundo: “se usa o no se usa la evidencia científica para tomar decisiones”.

Y SI ALGUIEN espera ver cubrebocas el miércoles en la Casa Blanca durante la “Cumbre T-MEC”, mejor que espere sentado pues todo indica que el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, no acudirá a la cita.

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EN MAYO, Andrés Manuel López Obrador reveló que mandó hacerle una “limpia” a la silla presidencial, mueble del que Emiliano Zapata decía que estaba embrujado.

Y DESPUÉS de que ayer el tabasqueño se sentó en ella para hacer un video, pareciera que lo que le urge a la centenaria pieza es una visita al tapicero, pues rechina muchísimo.

¿O SERÁ que por más que diga lo contrario el Presidente no acaba de sentirse cómodo en ella?

Es pregunta sin brujería.