Cuando el INE no está, las corcholatas hacen fiesta
"Cuando el INE no está, las corcholatas hacen fiesta", escribe Salvador García Soto en #SerpientesyEscaleras.
Con un INE que bajo la presidencia de Guadalupe Taddei parece domesticado y dispuesto a ver hacia otro lado, Morena violenta la ley electoral y adelanta los tiempos de las precampañas presidenciales. El proceso de simulación que ha iniciado el partido gobernante, en el que permite que sus corcholatas o precandidatos se movilicen por todo el país haciendo actos de proselitismo político y gasten recursos económicos cuyo origen y fiscalización no están del todo claros, solo viene a confirmar por qué para el presidente López Obrador era tan importante someter, debilitar y controlar al Instituto Nacional Electoral con sus distintos planes e iniciativas, porque de esa manera le quiere dar toda la ventaja a su partido que ya está en campaña para el 2024 sin que haya autoridad electoral que lo sancione o se lo impida.
Porque lejos de cuestionar o por lo menos revisar el Acuerdo del Consejo Nacional morenista, que claramente viola los tiempos electorales que marca la Constitución, el Consejo General del INE se fue a reunir y a intercambiar elogios y discursos con el mismo presidente López Obrador que fue el "cerebro" que planeó y organizó el mecanismo interno con el cual los morenistas se están adelantando al resto de los partidos políticos, con un proceso de campaña y proselitismo al que eufemísticamente y ofendiendo la inteligencia de los mexicanos llaman para elegir "coordinadores de la Defensa de la 4T", cuando sus propios aspirantes ya se promueven por toda la República con carteles, bardas, mantas y eventos en los que les gritan "Presidenta" o "Presidentes".
De entrada, más allá de que nos quieran engañar con un título que oculta las verdaderas intenciones de su proceso interno, lo más grave sigue siendo el uso de dinero a raudales que nadie sabe de dónde proviene. Porque hasta ahora, en más de un año que llevan promoviéndose personajes como Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, nunca ninguno de ellos explicó con qué recursos pagaron sus viajes, sus mítines y reuniones por todos los estados, o de dónde se financiaron los miles de anuncios espectaculares, bardas y otro tipo de publicidad que promueve su imagen en la mayoría de las ciudades.
Y si se supone que ahora, ya en un proceso formal a nivel interno, seguirán recorriendo el país para realizar sus reuniones y mítines, a las que ahora también eufemísticamente llaman "Asambleas Informativas", la gran pregunta sigue siendo la misma: de dónde saldrán los dineros que alcancen para costear los 70 días de campaña que disponen las reglas internas de Morena. Porque los 5 millones de pesos que dijo Mario Delgado que les daría a cada una de las seis corcholatas para cubrir sus gastos, no alcanzarán ni para dos visitas al Estado de México, mucho menos para costear sus viajes y los de sus enormes comitivas que los acompañan en sus recorridos. Y la propuesta de Ebrard y de Monreal, de que sus militantes y simpatizantes les hagan donaciones económicas, es todavía más delicada, pues implicaría que el INE comenzara a contabilizarlas ya como gastos de precampaña.
Tan solo Claudia Sheinbaum, que el jueves se despidió del Gobierno de la CDMX con un mitin al que llevó cerca de 80 mil personas, debió haber gastado en ese mitin el equivalente a los 30 millones de pesos que el CEN morenista les quiere dar a las 6 corcholatas para sus más de dos meses de proselitismo. La ahora ex jefa de Gobierno, que ayer estuvo en Xochimilco siendo coronada y recibiendo el bastón de mando de pueblos indígenas de la zona, ha anunciado para esta semana que inicia visitas a Oaxaca, Hidalgo, Tlaxcala, Baja California, Sonora, Querétaro, Estado de México; mientras que Marcelo Ebrard ha dicho que pretende recorrer las 50 ciudades más grandes de México en 10 semanas; Adán Augusto empieza este lunes en Puerto Vallarta, Jalisco, y luego se va el martes a Aguascalientes y Zacatecas, mientras que Ricardo Monreal arranca en la alcaldía Cuauhtémoc este lunes y luego se traslada al Estado de México, Puebla, Hidalgo, Zacatecas y San Luis Potosí.
Será interesante saber si el INE mandará personal a supervisar y contabilizar los gastos que realicen las corcholatas morenistas o si la Comisión de Fiscalización del Instituto se hará de la vista gorda y se tragará el cuento de que todo es un proceso interno para elegir a los coordinadores de la 4T. Porque es seguro que los morenistas gastarán tan solo en su primer semana de proselitismo más de los 5 millones de pesos que les dará el partido y que veremos un derroche de recursos que sólo habrá tres formas de explicarlo: o se trata de financiamiento de empresarios a los que les pidieron "moches" y sobornos a cambio de contratos, o se trata de dinero ilícito que puede venir hasta del crimen organizado, o se tratará de recursos públicos que saldrán de "cochinitos" previamente hechos por las corcholatas en los cargos que ocupaban o que los pagarán los gobernadores morenistas y no morenistas que los apoyen en sus recorridos por los estados.
Y si el INE no está, como en las rondas infantiles, las corcholatas harán una fiesta no sólo de violación de las leyes y la Constitución sino también de uso de recursos ilegales en su proselitismo. Lo único que quedaría sería esperar que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hiciera el trabajo que no hará el INE y sancionara las violaciones electorales y constitucionales de Morena, y eso hasta que venga el relevo de dos magistrados en octubre de este año, en donde seguramente López Obrador y Morena también buscarán meter la mano para poner a nuevos magistrados incondicionales.
En todo caso, bajo el amparo de la filosofía obradorista de que "no me vengan con que la ley es la ley", se cumple ya el propósito final del presidente: mostrar que sólo su partido tiene fuerza, candidatos populares y estructura nacional para ganar el poder en 2024, mientras la oposición, achicada y aletargada, va recogiendo las migajas que le dejará el Partido de Estado. Y si esa percepción de que Morena y López Obrador ya ganaron cuando logren definir a su candidato o candidata presidencial en los primeros días de septiembre se fortalece, ganarles el poder en 2024 será una tarea casi imposible para cualquiera.