Claudia paga la herencia envenenada
"Claudia paga la herencia envenenada", escribe Salvador García Soto en #SerpientesyEscaleras
Con un discurso que rechaza y tacha de "calumnia" la afirmación de que su Gobierno tiene "alianzas con los cárteles mexicanos" de la droga, la presidenta Claudia Sheinbaum salió a responder, primero en un largo mensaje en redes sociales y luego con un video grabado en su despacho, las graves acusaciones que argumentó el presidente Donald Trump en su decisión unilateral de imponer aranceles a los productos mexicanos. "Rechazamos categóricamente la calumnia que hace la Casa Blanca al Gobierno de México de tener alianza con organizaciones criminales, así como cualquier intento injerencista en nuestro territorio; la soberanía no se negocia", dijo la mandataria mexicana en su respuesta al Gobierno de los Estados Unidos.
La respuesta de la doctora a la grave acusación de Washington parece ser no sólo a nombre de su Gobierno, sino también del de su antecesor, que es en realidad a quien parece aludir el fuerte señalamiento de la Casa Blanca. Porque al final lo que le están cobrando a la presidenta Sheinbaum, más que las políticas de sus tres meses de gobierno, es la política de “abrazos, no balazos" impuesta y sostenida de forma transexenal por el expresidente López Obrador. La detención y posterior liberación del general Cienfuegos, el saludo a la madre del “Chapo” Guzmán, sus frecuentes y secretas visitas a Badiraguato y su defensa a ultranza de "los derechos" de los narcos, es lo que está detrás del durísimo calificativo de "narcogobierno" que le puso Trump a la administración mexicana.
La gravedad de la denominación de "narcogobierno" por parte de la Casa Blanca, lo que busca claramente es quitarle la autoridad moral al Gobierno mexicano, anularlo, para de esa manera tener argumentos para actuar, como ellos consideren de acuerdo con sus leyes y a sus intereses, ante un Gobierno inmoral, "sin autoridad moral y, por lo tanto, sin autoridad política", parafraseando al clásico de Tabasco y eso les autoriza a tomar cualquier decisión para proteger su seguridad nacional.
Y en su férrea defensa, que parece ser no sólo del país y su soberanía, sino también de López Obrador al que ella sigue llamado "el mejor presidente”, la mandataria de México sabe bien que serán ella y el país los que tengan que pagar las consecuencias de la herencia maldita que recibió de su antecesor, en caso de que su Gobierno decida continuar con el mismo discurso simulador y la misma estrategia contra los cárteles de la droga a los que, si bien se les decomisan algunos kilos de pastillas y se les detiene a sicarios y jefes menores, no se les está golpeando en sus liderazgos y estructuras políticas y financieras.
La mejor prueba de que, aún con algunos cambios de matiz y con más operaciones que el sexenio pasado la estrategia de seguridad de García Harfuch sigue sin dar golpes realmente importantes a los grupos del narcotráfico, es lo que pasa en Sinaloa, donde Sheinbaum ha dejado crecer y continuar ya por más de cuatro meses la guerra interna entre "Los Chapitos" y "Los Mayitos", sacrificando a la población de Sinaloa, que vive encerrada, asustada y ahora también indignada, mientras al Ejército y a la Guardia Nacional se les da la orden de "no meterse y no atacar a ninguno de los dos grupos" que han alterado la paz y la vida social y económica de la capital Culiacán.
Porque, curiosamente, el primero que utilizó en un discurso oficial el término de "narcogobierno" o "narcoestado", fue el propio expresidente López Obrador y lo hizo para referirse al gobierno de Felipe Calderón, cuando Genaro García Luna fue detenido y sometido a juicio por parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Ahora, tal vez por karma o porque se la estaban guardando en Washington, al expresidente su mismo adjetivo se le regresa como un búmeran.
Ahí está el resultado de no haber hecho nada en materia de combate al narcotráfico y de haberle cerrado la puerta a la cooperación y el intercambio de información con Estados Unidos; seis años de regodearse en decir que "más importante que la política exterior es la política interior"; seis años de estarse viendo el ombligo y de defender la política de "abrazos, no balazos". Hoy esa culpa, que fue de un solo hombre, la pagaremos todos los mexicanos, con la Presidenta empezando y la economía siguiendo.
A menos que la doctora decidiera hacer lo que muchos esperaban, pero lo que hoy también muchos ven como imposible: deslindarse de las políticas de su antecesor, al menos en materia de seguridad y narcotráfico. Hasta hoy, las lealtades políticas de la Presidenta parecen ser más fuertes que su sentido de ser la jefa de Estado que debe proteger al país y a sus ciudadanos por encima de cualquier lealtad política o personal. Y si esa lealtad ciega hacia su jefe político y hacia su movimiento se mantiene, la Presidenta enfrentará las consecuencias.
Porque el que le están poniendo al Gobierno de México desde la administración Trump, más que un adjetivo, es un estigma; no se trata sólo de una declaración, sino de una "orden Ejecutiva", un "statement" oficial del Gobierno de los Estados Unidos.
Y en ese sentido es muy probable que pronto comiencen a retomarse en Washington investigaciones judiciales abiertas por agencias estadounidenses, como la del Caso Carmona, en la que tienen documentado, a partir de información que les proporcionó el asesinado empresario huachicolero de Tamaulipas, su esposa y su hermano, los financiamientos ilegales que recibieron varios candidatos de Morena y en las que, como hemos publicado en esta columna, se habla de 43 expedientes contra políticos de Morena, entre los que hay hoy gobernadores, secretarios de Estado y legisladores federales.
Si a eso se suman las declaraciones de "testigos protegidos" que ha obtenido el Departamento de Justicia de personajes como Ismael "Mayo” Zambada, sus hijos y los hijos del “Chapo”, Ovidio y Joaquín Guzmán López, en las que involucran también a políticos del pasado sexenio, no alcanzarán las declaraciones y las respuestas contundentes y de defensa de la soberanía, como la que le dio la presidenta Sheinbaum a las declaraciones de Trump y de la Casa Blanca... Doble Serpiente mandaron los dados. Se viene una semana de tensiones.