Roma, del racismo mexicano al racismo de Trump

El fenómeno de la película Roma, de Alfonso Cuarón, dentro y fuera de México, trasciende al mundo del cine. Además de hacer historia por su reconocida calidad fílmica y artística, que le valió anoche tres premios Oscar, el impacto político y social de esta cinta magistral radica en que exhibió y respondió, al mismo tiempo, los prejuicios de racismo y antimexicanismo que prevalecen lo mismo en la sociedad mexicana que en la estadounidense.

Porque si bien la imagen de Cuarón levantando anoche, en tres ocasiones, la estatuilla dorada, que ya había ganado en 2014 con Gravity, era una nueva bofetada al presidente Donald Trump, también ese nuevo reconocimiento de Hollywood al talento mexicano —más de 20 premios Oscar a mexicanos en la historia en distintas categorías, cinco de ellos a mejor director y uno a mejor película— es la mejor respuesta política al presidente estadounidense y a su discurso antiinmigrante y antimexicano, el mismo que lo llevó a declarar hace apenas unos días un ficticio estado de "emergencia nacional" con tal de justificar la exigencia de fondos para construir su muro en la frontera, con lo que ubica a México y a la migración ilegal de mexicanos y latinoamericanos como "la peor amenaza" para Estados Unidos.

Se diría incluso que toda la torpeza, el silencio y la pusilanimidad de los gobiernos de México —el anterior de Peña Nieto y el actual de Andrés Manuel López Obrador— para responder a todas las agresiones de Trump contra México y los mexicanos, encontraron anoche en el reconocimiento a Roma la respuesta más contundente, enérgica y valiente, ya no del gobierno ni de nuestros diplomáticos, sino del talento y el arte de Cuarón y de un grupo de mexicanos que, igual que los 24 jóvenes animadores que participaron en la Mejor Película Animada, Spiderman, encabezados por Cruz Antonio Contreras, de 28 años y originario de Iguala, le demostraron al racista mandatario y a todos los que piensan como él en su país, que los migrantes mexicanos no van a matar a violar o a robar a su país, sino a aportar toda la grandeza, creatividad y talento de que somos capaces.

Lo decía anoche un video difundido por el diario The New York Times que se volvió viral en las redes sociales: "¿Qué están haciendo los mexicanos en América?", preguntaba, y en las imágenes aparecía Trump diciendo: "Cuando México nos envía a su gente, no nos envía a los mejores. Nos manda gente que trae muchos problemas. Ellos traen drogas, ellos traen crimen, son violadores, y supongo que algunos son buenas personas". Luego aparecían los momentos en que Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro eran mencionados como ganadores del Oscar en 2014, 2015, 2016 y 2018. ¿Así o más claro cómo los mexicanos, que no su gobierno, le han tapado la boca al racista de Trump?

Pero el gran mérito de Roma es que no sólo exhibió el racismo y el antimexicanismo fuera de nuestras fronteras. En México y entre los mexicanos, la laureada película se volvió un vehículo que permitió visibilizar y reconocer una de los rostros más comunes y menos reconocidos de nuestra sociedad: el racismo y la discriminación a los indígenas, vistos y percibidos como mexicanos de segunda que no merecen figurar como representantes de nuestra raza y nuestro país. Yalitza Aparicio y su origen étnico despertó el histórico racismo mexicano en contra de los indígenas de este país, presente aún en un amplio sector de la sociedad, y a los que muchos quisieran recluidos y marginados en sus olvidadas comunidades.

Pero paradójicamente, la misma mujer de la mixteca oaxaqueña, Yalitza, que anoche lucía orgullosa y era mencionada por grandes actores y productores en la ceremonia del Oscar, representa para otro sector la más grande reivindicación del indigenismo y el reconocimiento a los pueblos originales, después del discurso del EZLN en 1994. Así que bien por Roma, bien por Cuarón y bien por Yalitza. Mal por los racistas y discriminadores de lo mexicano y de los mexicanos, los que nos atacan desde el otro lado de la frontera, pero también los que viven aquí y se dicen mexicanos, pero menosprecian, discriminan y atacan a otros mexicanos.

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