¿Qué va a negociar Marcelo?
En el primer choque frontal de la administración de Andrés Manuel López Obrador con la estrategia de ataques de Donald Trump, el presidente mexicano tuvo que responder, por primera vez a la agresiva amenaza de imponer aranceles de un 5% progresivo a todas las importaciones de productos y mercancías mexicanas a los Estados Unidos, si el gobierno de México no detiene y evita la llegada de migrantes ilegales de Centroamérica y de otras partes del mundo a la frontera estadounidense.
La respuesta del “amor y paz” y la estrategia de “no vamos a hacer comentarios” fue completamente rebasada por una medida tan dura y amenazante para la economía mexicana, que López Obrador tuvo que responder con una carta que, si bien dividió opiniones por su tono y redacción, entre los que la vieron “como la gran respuesta política de un líder” y los que se mofaron de su retórica grandilocuente y sus frases pacifistas y dialoguistas, al final fue la primer respuesta directa que le da el presidente mexicano a su agresivo homólogo estadounidense a quien hasta ahora había rehuido responderle y confrontarlo.
Pero con todo y la polémica —y hasta con opiniones satíricas como la del excanciller Jorge Castañeda, quien la llamó “respuesta de Miss Universo: estoy a favor de la paz mundial”—, la carta de AMLO a Trump fue una apuesta más al “diálogo y la negociación” como la forma de solucionar las diferencias en la complicada relación bilateral y especialmente en el foco de tensión que representa la migración ilegal que afecta a los dos países.
Y eso puede o no gustar a todos los sectores y públicos, especialmente a los que tachan al mandatario mexicano de “débil o timorato” ante los constantes ataques del inquilino de la Casa Blanca, pero al final no se puede negar que López Obrador es consistente y congruente con la que ha sido hasta ahora su política hacia los Estados Unidos y a su agresivo presidente.
Por eso mandó a Marcelo Ebrard a “negociar” a la Casa Blanca, y por eso el canciller, que ya la semana pasada sufrió un notorio desaire de Mike Pompeo —quien no lo recibió el jueves pasado en Washington, a pesar de que tenían una reunión agendada— se movió de inmediato para amarrar un encuentro con el secretario de Estado y con el yerno Jared Kushner que, según informó este viernes mismo, se concretará el próximo miércoles.
Y aquí surge la enorme interrogante en el primer encontronazo México-EU en la era lopezobradorista: ¿qué cartas lleva para negociar Ebrard como para evitar la imposición de los aranceles a las exportaciones mexicanas?
Porque Donald Trump fue muy claro en su comunicado del jueves por la tarde: si México no evita que sigan llegando migrantes a territorio estadounidense y acepta recibir y custodiar en su territorio a todos los indocumentados centroamericanos y de otras nacionalidades, entonces la tarifa del 5% de impuesto a todos los productos mexicanos que ingresen a Estados Unidos se empezará a aplicar de manera progresiva a partir del 10 de junio.
Es decir, que si Ebrard y su comitiva mexicana se reunirán con Pompeo y Kushner el 5 de junio, tendrán sólo 4 días para convencer a la Casa Blanca de cancelar la medida arancelaria.
Dice el presidente López Obrador en su respuesta de ayer a Trump que “no me falta valor, ni soy cobarde”.
¿Qué va a ofrecer el canciller mexicano? si ya está visto que el Plan de Desarrollo para Centroamérica no convenció a Trump primero porque tenía que invertirle 10.6 millones de dólares y luego porque, aunque se trate de una estrategia viable y muy loable para frenar la migración, es en realidad un plan de mediano y largo plazo para resolver el problema y no algo inmediato y tajante como lo que el presidente estadounidense le exige a México.
¿Van a aceptar López Obrador y Marcelo Ebrard el plan de Trump para que México se convierta de manera definitiva en el “tercer país” que reciba y se responsabilice de la estancia y manejo de todos los migrantes indocumentados que ingresen o intenten entrar a los Estados Unidos?
Si México acepta eso, significaría en los hechos que está dispuesto a recibir de golpe a 480 mil migrantes ilegales de diversas nacionalidades, entre los que serían deportados y expulsados de territorio estadounidense y los que, día a día, siguen entrando a territorio mexicano.
Si a esa cifra se suman los migrantes que ya se encuentran en territorio mexicano, repartidos entre la frontera norte y sur, estamos hablando de una cantidad que pondría en jaque a ciudades enteras del país y a los tres niveles de gobierno, provocando un problema de tales dimensiones, que amenazaría la estabilidad y la seguridad interior de la República.
Esa parece una condición inaceptable para el gobierno mexicano, pero al mismo tiempo también parece la única que aceptará Donald Trump como respuesta en el anunciado diálogo en la Cumbre de Washington entre los diplomáticos de los dos países.
Y si las cosas se entrampan, lo que vendría sería el inicio de una “guerra comercial” en la que Estados Unidos ya tiene listo el primer misil de aranceles y México, si no hay acuerdo en las negociaciones, tendría que responder con aranceles también a todas las importaciones estadounidenses que entran a nuestro país, como ya lo han hecho otros presidentes mexicanos en respuesta a decisiones similares desde Washington.
Sería la Ley del Talión que tanto quieren evitar en Palacio Nacional porque “nos quedaríamos tuertos y chimuelos”.
Dice el presidente López Obrador en su respuesta a Trump que “no me falta valor, ni soy cobarde”.
Pero lo que falta por ver es si, en aras de no tener que pelear con el poderoso vecino del norte, está dispuesto a aceptar un acuerdo que nos ponga en riesgo como país, ya no sólo en un tema de soberanía en nuestra política migratoria, sino en la estabilidad y seguridad de regiones enteras de la República.
¿Hasta dónde aguanta la solución política y diplomática que quiere Andrés Manuel en este, su primer diferendo mayor con Trump, y en qué momento se asomará el valor que no le falta al presidente?
¿Preferimos quedarnos chimuelos y tuertos que convertirnos en el país de depósito de los migrantes ilegales de EU, o literalmente su patio trasero para esconder la migración que no les interesa?
NOTAS INDISCRETAS…
La mano derecha de Alfonso Romo, Mario Rodríguez Montero, presentó esta semana su renuncia al equipo del Jefe de la Oficina de la Presidencia para irse como ministro de Asuntos Económicos a la Embajada de México en Washington.
Dicen en la oficina de Romo que “Mario tiró la toalla porque ya está cansado de que no se pueda hacer nada”.
¿La pregunta es si su jefe también está próximo a tirar la toalla, como dicen que ya lo hizo una vez, o aguantará más rounds?...
Hablado de rounds, los que se avecinan en el PRI se van a poner buenos.
Resulta que este viernes, cuatro de los aspirantes a la dirigencia nacional se reunieron en un restaurante de Polanco para exigir “piso parejo” en el proceso interno y cuestionar las expresiones de “cargada” de los gobernadores priistas en favor de uno de los aspirantes.
Los que sumaron fuerzas contra la bufalada fueron Ivonne Ortega, José Narro, Ulises Ruiz y José Ramón Martel, y el que según ellos va en hombros de los astados gobernadores es Alejandro Moreno Cárdenas.
Lo más curioso es que justo a la misma hora en que se reunían los cuatro que se sienten avasallados (¿o será perdidos?) por los “viejos vicios priistas”, a eso de las 10 de la mañana, al gobernador Moreno Cárdenas lo vieron entrar, muy campechano, en el despacho del presidente Andrés Manuel López Obrador.
¿Será que la “cargada” que los otros denuncian no sólo es de priistas sino también de morenos?...
Nayarit es cuna de poetas y de mujeres hermosas, ni duda cabe.
Y esta semana pudimos constatar las dos cosas con el 100 aniversario del natalicio de Amado Nervo y con la irrupción a la fama nacional y en redes sociales de la guapa diputada de Morena, Geraldine Ponce.
Que vivan la poesía y la belleza nayaritas…
Los dados mandan Serpiente doble.
Caída libre.