Peña Nieto: solo y sin bolas que corran
En el dorado exilio voluntario que vive actualmente en el exclusivo desarrollo de La Finca en Madrid, el expresidente Enrique Peña Nieto tiene todos los lujos a los que se acostumbró en la Presidencia: seguridad permanente, asistentes personales, camionetas y autos de lujo, la mejor comida, vinos y hasta un campo de golf en el que puede practicar el deporte de los ricos del que tanto gusta.
Lo único que no tiene, y lo que más le pesa en estos momentos, son amigos que le acompañen y le digan, como en los últimos seis años, que es la hora que él quiera.
Un español de edad mayor, su vecino en el lujoso fraccionamiento a las afueras de Madrid, es el único que le acompaña en sus largas jornadas diarias por el green, ante la ausencia de la mayoría de sus amigos y colaboradores que cada vez lo visitan menos en su residencia española.
Ni Luis Miranda, su polémico compadre mexiquense, ni el empresario José Miguel, que solían ser sus compañeros de juego cuando jugaba golf en Ixtapan, Punta Mita, Los Cabos o cualquier otro destino que se le antojara para lanzar sus draws o swings, están ahora para jugar con él ni para elogiarle sus jugadas, aunque no fuera nunca un gran jugador.
Cuenta una anécdota del expresidente Miguel Alemán, que cuando solía ir a jugar golf, y con frecuencia le pegaba mal a la pelota, siempre había cerca un amigo, un colaborador o un caddie que lo animaba:
“Esa corre, licenciado, esa bola corre”, le decían cuando ante un golpe fallido del presidente, la pelota apenas recorría una corta distancia y se quedaba muy lejos del siguiente hoyo.
Hoy Peña Nieto está tan solo que ni siquiera tiene bolas que corran.
Aunque la imagen que se ha generalizado entre la opinión pública mexicana, derivada de sus fotografías y videos en fiestas, bailes y paseos con su novia Tania Ruiz por Madrid, un par de personajes cercanos al expresidente, que los han visto recientemente en la capital española, aseguran que Peña está “preocupado por lo que está pasando” en al ámbito judicial con varios de sus colaboradores.
Los casos de Emilio Lozoya Austin, su muy cercano exdirector de Pemex, y de la exsecretaria Robles, a la que solía decirle “no te preocupes, Rosario”, son seguidos muy de cerca por el exmandatario.
Y es que Peña sabe del riesgo real de que, al verse acosados, perseguidos, acusados o encarcelados, varios de sus antiguos leales colaboradores terminen señalándolo o acusándolo a él de haber autorizado o haber estado al tanto de algunos de los desvíos, compras o pagos con recursos públicos de los que hoy se acusa a los exsecretarios de su gabinete.
“No está tranquilo y sabe todo lo que pasa acá, pregunta constantemente sobre la situación de los procesos de los integrantes de su gabinete y sí está preocupado por cómo evolucionan los casos”, dice una fuente cercana al expresidente, quien también afirma que, además del golf, los vinos españoles y otras bebidas espirituosas también son parte de lo que relaja al exgobernante, quien vive solo en La Finca, a donde la modelo Ruiz solo llega por breves temporadas.
¿Y no piensa regresar pronto a México?, le preguntamos a la citada fuente que pidió el anonimato.
“No por el momento, él se siente más seguro allá y prefiere observar qué sucede en esos dos casos que le preocupan y le ocupan”, respondió el político cercano a Peña Nieto.
Veremos cuánto tiempo más dura el exilio dorado y solitario del ex presidente que por ahora no extraña los lujos y las frivolidades que caracterizaron su presidencia.
Eso sí, el estar solo y sin amigos, cuando se acostumbró por casi 12 años, entre Toluca y Los Pinos, a que siempre hubiera alguien que le diera la razón, que le pagara la cuenta o que le elogiara sus tiros en el golf, no debe ser fácil para el ego de un hombre que tuvo tanta atención y poder y lo dilapidó de tal manera que hoy prácticamente, no sólo sus antiguos colaboradores, correligionarios y amigos, sino la inmensa mayoría de la sociedad que gobernó, toma distancia de él, lo cuestiona duramente, cuando no lo repudia.