Nuestro 'salvador Trump', ¿a cambio de qué?
Nuestro ‘salvador Trump’, ¿a cambio de qué?, escribe @SGarciaSoto en #SerpientesYEscaleras
En toda la historia de la muy compleja relación México-Estados Unidos, la experiencia nos enseña que siempre que Washington ofrece un favor a los mexicanos, es porque espera a cambio un beneficio.
La frase que el secretario de Estado del presidente Eisenhower, John Foster Dulles, acuñó en los años 50 de que “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”, bien valdría recordarla ahora que el presidente López Obrador dice que “muy generosamente” el presidente Donald Trump le ofreció “que nos iba a apoyar con los 250 mil (barriles de petróleo) adicional a lo que ellos aportaron”.
La primera prueba de que la “generosidad” de la Casa Blanca no fue desinteresada, la dio al mismo Trump cuando salió a erigirse ante el mundo como el “salvador de México” frente a la OPEP, para luego aclarar que la ayuda ofrecida de 250 mil barriles de petróleo no fue gratuita ni un gesto del altruismo energético, como lo presentó el presidente mexicano, sino más bien un préstamo que “ellos nos reembolsarán en una fecha futura, cuando esté preparados para hacerlo”.
De cualquier manera, el mismo Trump aclaró que aún la OPEP tendría que aceptar primero el inédito acuerdo entre México y EU para un préstamo de producción petrolera que nunca se había visto en la historia.
Incluso, en Washington ayer se preguntaban cómo es que el presidente estadounidense piensa garantizar esa reducción de 250 mil barriles en su producción sin afectar los intereses de las grandes compañías petroleras de su país que, tras la caída de los precios, no están precisamente en su mejor momento.
En todo caso, la pregunta que en México debemos hacernos es ¿a cambio de qué Trump aceptó ofrecerse como el héroe salvador de México y de su alicaída industria petrolera?
¿Qué nueva condición o apoyo le habrá pedido o le irá a pedir en un futuro al presidente López Obrador si es que la OPEP llegara a aceptar el salvamento para nuestro país?
¿Será que el negociante astuto y ventajoso que siempre ha sido el magnate estadounidense sólo pensó en el “pago futuro” de los 250 mil barriles de petróleo que le prestó al gobierno mexicano o acaso pensará cobrar algún interés o rédito por el préstamo?
Desplante de México a la OPEP
Por lo pronto, México y su secretaria de Energía, Rocío Nahle, se convirtieron ayer en la “comidilla” del poderoso mundo petrolero no sólo por las largas “consultas” que realizaba la responsable energética mexicana con su jefe el presidente, frenando por más de 7 horas el avance de la reunión de la OPEP.
México se negó desde el principio a disminuir su producción petrolera en 23% y proponía que la baja fuera “proporcional” a la producción de cada país, sugiriendo que, a partir de su producción estimada en 1.9 de millones de barriles diarios (según la proyección la OPEP fijada desde el sexenio pasado), Pemex solo podía reducir 100 mil barriles diarios.
Al final, tras un tenso estira y afloja y de que México no aceptó ceder, la secretaria mexicana se paró de la mesa y dejó colgados a los ministros de energía de 26 países.
Es claro —aunque no lo entiendan en otros países— que quien llevó esa negociación a distancia fue el propio presidente López Obrador, para quien la posición inédita de México en una reunión petrolera internacional fue un tema de “resistencia” con el que buscó proteger a la deteriorada Pemex y su mermada producción.
Rocío Nahle fue, en la negociación petrolera, como una pieza de ajedrez, y no precisamente la reina, sino un peón.
Lo que el gobierno mexicano defendía ante la OPEP era que mientras bajar su producción en 400 mil barriles menos para Arabia Saudita o Rusia era, sí un esfuerzo importante, para México era el suicidio.
Por eso López Obrador no quiso ceder en bajar más la producción de 100 mil barriles, sobre todo en un tema como la producción petrolera que para él no es sólo un tema económico, sino un asunto ideológico en el que está empeñado en demostrarles a los mexicanos que va a lograr “rescatar a Pemex” y devolverla a su estatus antiguo de la gran empresa paraestatal, algo que se ve cada vez más complicado con los graves problemas financieros de la petrolera mexicana.
En realidad lo que está cediendo México es el equivalente a lo que se había logrado incrementar con la leve recuperación lograda por el gobierno con la inyección de miles de millones de dólares a Pemex; incluso hay quien dice que el cálculo del Presidente no era ni siquiera obligar a Pemex a disminuir su producción sino que lo hicieran los productores privados que hoy producen más o menos esos 100 mil barriles.
Ya veremos en qué termina todo el enredo petrolero, si Trump nos salva o no, si es que lo aceptan Rusia y Arabia Saudita y cuáles terminarán siendo las “letras chiquitas” del préstamo de los 250 mil barriles que seguro México y López Obrador terminarán pagando con creces.
Por lo pronto en el mercado petrolero internacional, donde México llegó a ser un actor importante en alguna época -aunque hoy seamos un actor marginal con 1.7 millones de una producción mundial de 80 millones de barriles diarios- ahora seremos un peón de los Estados Unidos, al que Donald Trump tiene que salir a “salvar”.
El papel que nuestro país llegó a jugar en el pasado en los acuerdos de la diplomacia petrolera, es cosa del pasado.
Llaman empresarios a rebeldía fiscal y huelga de pagos
La fractura que sufrió esta semana la relación entre el presidente de la República y una parte del empresariado mexicano se expresó esta semana en dos frases: la primera, de Carlos Salazar, dirigente del CCE, diciendo que “nos cerraron las puertas” del Palacio Nacional; y la segunda de López Obrador reiterando su negación de apoyos fiscales y pidiéndole al mismo Salazar que “nos ayude a cobrarle a empresas deudoras del fisco”.
Después de eso, en varios estados, los empresarios locales han comenzado a llamar a la “rebeldía fiscal” y a dejar de pagar las contribuciones federales, estatales y municipales, ante la falta de apoyos del gobierno para enfrentar la crisis económica por el Covid-19.
Ayer viernes, el primer estado en donde se anunció una huelga de impuestos fue Tamaulipas, donde el dirigente estatal de la Federación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Fecanaco-Servytur) anunció que en una videoconferencia donde se enlazaron los representantes de las Cámaras de Comercio del Estado, que representan a cerca de 20 mil empresas pequeñas, medianas y grandes, acordaron decretar “una suspensión al pago de impuestos y servicios a los tres niveles de gobierno”.
La suspensión, dijo, se decidió por la “actitud retadora” de las autoridades federales de exigir el pago de impuestos obligatorio, cuando las empresas y negocios están teniendo que cerrar y parar por la contingencia sanitaria y porque “México está actuando en sentido inverso a otros países” donde sí se apoya a las empresas ante la crisis económica.
El llamado de los comerciantes y empresarios tamaulipecos -cuyo dirigente Julio César Almanza es muy cercano al gobernador panista Francisco García Cabeza de Vaca- es a que las empresas decreten una suspensión en pago de impuestos federales y estatales, así como servicios que incluyen a nivel federal el IVA, ISR, la CFE, el IMSS, Infonavit y a nivel estatal el ISN y los prediales municipales.
Este tipo de movimientos se están gestando también en otros estados, en donde los dirigentes de los organismos empresariales analizan desde la vía del amparo, hasta la huelga o la suspensión de pagos, para no pagar impuestos y contribuciones, si no hay ningún programa de apoyo fiscal del gobierno federal.
Por cierto, que en algunos grupos de empresarios planean hacer campañas publicitarias con un llamado para dejar de pagar impuestos y servicios utilizando videos o discursos en los que el actual presidente, López Obrador, cuando era líder social, llamaba a la “resistencia de pagos” contra instituciones como la CFE.
“Si otros lo hicieron, por qué nosotros no podemos”, dijo un empresario que promueve esas suspensiones.
NOTAS INDISCRETAS…
El gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, se negó a otorgar el permiso para que una planta maquiladora, de la empresa Smiths Medical o Smiths Healthcare Manufacturing, que produce ventiladores y respiradores artificiales, pudiera reanudar sus operaciones, luego de que el gobierno estatal decidiera obligarla a cerrar en la pandemia de Covid-19 por no realizar una actividad esencial.
La empresa, de origen estadounidense, se fue a quejar con el canciller Marcelo Ebrard y con el embajador de EU en México,Christopher Landau, de que el gobernador los chantajeó al amenazarlos con que si no le vendían a México parte de su producción no los dejaría producir en la emergencia.
“Y no les voy a dar el permiso ni aunque me lo pida el canciller ni mi amigo el Presidente”, dijo Jaime Bonilla en entrevistas.
Veremos en qué para el asunto que ya está en manos del embajador Landau…
Los dados mandan Escalera doble.
Seguimos con la cuarentena.
Ánimo y fortaleza para todos los lectores.