En política exterior: Presidente ausente, canciller presente

En política exterior: Presidente ausente, canciller presente escribe @SGarciaSoto en #SerpientesYEscaleras.

La máxima de que en política todos los vacíos se llenan, la representan muy bien el presidente López Obrador y su secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon. Mientras el mandatario reniega de viajar al extranjero y se desentiende de sus funciones como representante del Estado mexicano ante el mundo, el canciller aprovecha muy bien cada espacio y evento internacional, al que acude con la representación presidencial, para ganar terreno en el trabajo diplomático, pero también en sus aspiraciones políticas que encuentran un escaparate inmejorable en foros, reuniones y asambleas en las que Ebrard se convierte en la cara de México.

Un solo viaje al extranjero en tres años de gobierno da cuenta de la abulia y apatía que le generan a López Obrador los asuntos de la política internacional. A diferencia de la política interna, en donde es jefe máximo y decide hasta el más mínimo detalle y movimiento de su gobierno y su partido, en los temas de la política exterior el Presidente prefiere delegarlo todo.

Así, la relación estratégica con Estados Unidos, quedó toda en manos del canciller Marcelo Ebrard, lo mismo que la presencia de México en Latinoamérica, con todo y los intentos por reposicionar a nuestro país en el liderazgo regional que hace tiempo perdió y dar vida a una nueva alianza de gobiernos de izquierda que confronte y equilibre el poder y dominio de Estados Unidos en la región, con el impulso hasta ahora fallido a la Celac para tratar de debilitar y desarticular a la OEA controlada por Washington.

Un buen ejemplo de la ausencia del Presidente en los temas internacionales, ocurrió el viernes. Mientras el Presidente llegaba a Campeche y se dedicó a escuchar elogios desmedidos de la Gobernadora, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y los de las 20 economías más grandes y emergentes del mundo, arribaban a Roma para discutir asuntos relacionados con el cambio climático, la economía, la pandemia y las vacunas contra el Covid-19.

Y, como dice el refrán, "a quién le dan pan que llore", Ebrard, que si bien no era el único canciller en la reunión, era el más movido y el que más buscaba dejarse ver en el evento de los mandatarios. Se tomó fotos con Joe Biden, con Angela Merkel, con Justin Trudeau, con Emmanuel Macron, con Pedro Sánchez y con el anfitrión, el primer ministro Mario Draghi.

Las reacciones al activismo de Marcelo en el G20 no se hicieron esperar y en redes sociales se publicaban fotos y críticas al funcionario mexicano por andar buscando tomarse la foto con los líderes globales. "Da pena ver a un Secretario de Relaciones Exteriores de México correteando a jefes de Gobierno en los recesos del G20 para tomarse una fotografía y exhibirla como si fueran reuniones de trabajo. Patética simulación mediática de Marcelo Ebrard", publicó en su cuenta de Twitter el embajador jubilado, Agustín Gutiérrez Canet, tío de la esposa del presidente Beatriz Gutiérrez Müller.

Y aunque sus críticos le reprochen duramente al canciller que busque el lucimiento en sus encargos, quizás el principal reclamo debiera ser al Presidente que, por un lado reniega de su responsabilidad constitucional como jefe de la política exterior y representante ante el mundo del Estado mexicano, y por el otro fue él mismo quien abrió la sucesión anticipada en la que no sólo Ebrard, sino su pupila Claudia Sheinbaum, aprovechan cada resquicio de su actividad pública para promover su imagen utilizando los recursos que les da su cargo. En el Día de Todos los Santos, los dados mandan Escalera Doble. La semana empieza con fiesta y nostalgia.