AMLO y Dilma en el Templo Mayor, ¿el lanzamiento de Claudia?

AMLO y Dilma en el Templo Mayor, ¿el lanzamiento de Claudia?, escribe Salvador García Soto en #SerpientesYEscaleras

En medio del ambiente enrarecido de las campañas electorales, la violencia homicida que sigue asesinando candidatos y la muy reciente tragedia del Metro de la Ciudad de México, la visita de Dilma Roussef pasó casi de noche en el agitado contexto en el que trajeron a la expresidenta de Brasil.

Porque lo de Dilma no fue una simple visita de cortesía, sino una invitación expresa y planeada de la 4T, que quiso traer a la mujer que es símbolo de la izquierda brasileña y latinoamericana

como invitada de honor en un evento importante para el actual gobierno: los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlán.

Por eso la imagen del jueves en el Templo Mayor, donde se llevó a cabo la ceremonia oficial del nacimiento de la que fuera capital del imperio mexica, estuvo llena de mensajes políticos y de simbolismos futuristas, a pesar de que los historiadores cuestionan y desmienten la fecha que eligió este gobierno para conmemorar dicha fundación.

No sólo porque López Obrador dejó sus habituales y largas improvisaciones para leer un discurso escrito, sino por la forma en que, desde Palacio Nacional, organizaron y planearon el evento:

en el presídium el Presidente, a su izquierda Beatriz Gutiérrez Müeller, a su derecha Dilma Roussef y a la derecha de Dilma, Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno.

En esa sola imagen se pueden leer muchos mensajes. Porque además de que a Dilma la trajeron expresamente para eso, la expresidenta de Brasil se vio en todo momento muy cercana a Claudia Sheinbaum, a quien visitó antes en el Palacio del Ayuntamiento y se tomó la foto con ella, justo en momentos en que la Jefa de Gobierno enfrenta su peor crisis política y social por la tragedia ocurrida en la Línea 12 del Metro.

Más simbólico todavía que a Sheinbaum la pusieran al lado de Dilma y de López Obrador y su esposa encabezando el evento, mientras que al canciller Marcelo Ebrard, el otro involucrado en la tragedia del Metro, lo mandaron a la cuarta fila de la sillería instalada en el Templo Mayor.

En un gobierno como el de López Obrador, que gusta tanto de los simbolismos políticos e históricos y que incluso modificó las fechas de eventos como el nacimiento de Tenochtitlán para ajustarlo a su calendario cívico del 2021 en el que celebrara los 200 años de la consumación de la independencia de México, esa sola imagen lleva fuertes mensajes políticos y representa

algo más que un espaldarazo abierto del Presidente a Claudia Sheinbaum, en el contexto en el que ella se encuentra actualmente.

Y a partir de ahí se pueden inferir o deducir muchas cosas: si López Obrador prefiere dejarse ver más cerca de Claudia que de Marcelo, junto con las hordas de diputados y senadores morenistas pidiendo la cabeza de Miguel Ángel Mancera, empieza a verse claramente por quién va a optar el Presidente si tiene que sacrificar a alguien de su gabinete para calmar la ira popular  por la tragedia del Metro.

Pero más allá de interpretaciones, en la foto del jueves hay un claro mensaje: si a Andrés Manuel le gusta compararse con Luiz Inácio Lula da Silva, a quien admira y ve como uno de los referentes de la izquierda contemporánea, y si Lula tuvo a su Dilma Roussef, ahora López Obrador tiene a su Claudia Sheinbaum. El Lula mexicano presentado a su Dilma mexicana.

Sólo valdría recordarles  cómo terminaron los dosbrasileños símbolos de la izquierda latinoamericana: Lula en la cárcel, acusado de corrupción, aunque ahora ya libre y de vuelta candidato;

y Dilma destituida tras un histórico juicio político por denuncias de corrupción y malos manejos presupuestales. ¿Será entonces que a Dilma la trajeron para hacer un lanzamiento temprano

pero decidido y simbólico de la señora Sheinbaum rumbo al 2024?… Los dados mandan escalera doble. Buena Semana.