Honestidad a toda prueba

"Honestidad a toda prueba", escribe Epigmenio Ibarra en #Itinerarios

Hace ya más de un cuarto de siglo que tratan de destruirlo. En su contra se han unido todos los poderes del Estado, autoridades de los tres niveles de gobierno, empresarios nacionales y extranjeros, los grandes partidos políticos nacionales, la inmensa mayoría de los medios de comunicación masiva, los más altos jerarcas de la Iglesia y los más influyentes “líderes de opinión” de las ultimas tres décadas.

También el Departamento de Estado, la CIA y la DEA en Washington y por supuesto la gran prensa norteamericana -que suele acompañar las aventuras intervencionistas- han conspirado en su contra. Otro tanto ha hecho la derecha internacional.

Pese a esta ofensiva constante y masiva -que por su duración e intensidad no tiene precedentes en la historia- el hombre, con el que tantos han querido acabar durante tantos años, está a sólo unos meses de terminar, con una altísima aceptación ciudadana, un mandato presidencial que marcará un hito en la historia y de traspasar el poder a una compañera de lucha.

Desde hace tres décadas lo tienen en la mira. Miles de millones de pesos han invertido, el viejo régimen neoliberal y algunos de los personajes más poderosos del mundo, en el intento fallido de hacerlo trizas.

Lo han espiado agencias nacionales y extranjeras con el fin de encontrar y revelar oscuros secretos. Jefes policiacos y procuradores de la República han seguido, uno a uno todos sus pasos y han abierto cada una de las gavetas de su vida pública y privada.

Jueces, magistrados y ministros han intentado, mientras tanto, desaforarlo, han validado fraudes electorales en su contra, han frenado sus iniciativas de ley y han tratado de detener las grandes obras de infraestructura de su gobierno. Con destituirlo y meterlo a la cárcel han soñado, desde 1994, muchas y muchos en el Poder Judicial.

Millones de líneas ágata se han escrito y publicado en su contra en casi todos los diarios y revistas del país. Centenares de miles de minutos se han difundido para acabar con su reputación en radio y televisión.

En las redes sociales la ofensiva es también frenética. Granjas de bots y troll centers -que operan desde distintos países con financiamiento nacional y extranjero- saturan con calumnias y mensajes de odio, en una de las mayores operaciones de guerra sucia digital de la que se tenga memoria, todas las plataformas.

Intelectuales y escritores afamados se han sumado, sin pudor alguno, a la ardiente cruzada. Uno tras otro se publican los libros, los ensayos, las “investigaciones”, los libelos que lo pintan -sin mediar jamás evidencia alguna en su contra- con los colores más siniestros.

Se le ofende, se le calumnia continua e impunemente. La sed de venganza hace a los más cultos, entre los opositores, comportarse como los fanáticos más lerdos y vulgares. Y pese a todo esto: “Ni una pluma -diría Benito Juárez- le han quitado a nuestro gallo”.

¿Por qué pese a todos estos esfuerzos coordinados, a su enorme poder y a la rabia que les enferma, no han podido con Andrés Manuel López Obrador?

¿Por qué tampoco ni pueden ni podrán con Claudia Sheinbaum Pardo quien será, después de 200 años de vida independiente en México y por la voluntad mayoritaria del pueblo, la primera presidenta de la República?

La respuesta, les digo amigas y amigos míos y me permito recurrir a Bob Dylan y unirlo con Miguel Hernández, está soplando en el viento. En ese viento, en esos vientos del pueblo, vientos de justicia, dignidad, democracia, libertad y transformación que hoy soplan en nuestra patria y, sobre todo en la honestidad a toda prueba, de un hombre y una mujer que de ese pueblo vienen y a ese pueblo, que en él y en ella se reconocen, sirven.