Un alimento que sacia
Había una mala pensión para estudiantes, cuyo propietario no era afecto a la limpieza
1) Para saber
Había una mala pensión para estudiantes, cuyo propietario no era afecto a la limpieza. No se barría y había mucha suciedad por todas partes. Alguien colocó un tapete junto a la puerta de entrada y un letrero que decía: “Favor de limpiarse los zapatos en el tapete”. Y uno de los estudiantes ingenioso le añadió: “Antes de salir”.
Al comenzar la Santa Misa se tiene el Rito de la Penitencia, que es como el tapete de entrada a la casa, donde pedimos perdón al Señor antes de participar en este Misterio.
Con motivo de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Corpus Christi, el Papa Francisco recordó que Jesús había anunciado este misterio con el milagro de la multiplicación de los panes y peces, en que alimentó a una multitud y todos quedaron saciados. Hoy en día, Jesús sigue cuidando de nosotros, ofreciéndonos comer su Cuerpo para quedar saciados.
2) Para pensar
San Juan Bosco tenía una gran devoción a la Virgen, María Auxiliadora. Sucedió que el día de su fiesta celebró la Santa Misa en su honor. El templo estaba lleno, había unos seiscientos muchachos de los que él atendía. Cuando iba a dar la comunión, San Juan Bosco se dio cuenta que el sacristán había olvidado poner el gran copón con hostias en el altar. Buscó en el sagrario más Hostias, pero sólo encontró unas cuantas. Entonces se dirigió a la Virgen: “Madre, estos muchachos tienen ilusión de recibir el Cuerpo de tu Hijo. No los dejes ir en ayunas”. Y se puso a dar la comunión con las pocas del copón. Pudieron comulgar los seiscientos. El sacristán no lo podía creer, y al terminar la Misa le dice: “Pero, ¿cómo ha podido dar de comulgar a todos con tan pocas Hostias? ¡Es un gran milagro! ¡Y lo ha hecho usted!”
San Juan Bosco sin inmutarse le contestó: “¡Bah! Junto al milagro de la transubstanciación, en que el pan se transforma en el Cuerpo de Cristo, el de la multiplicación de las Hostias es insignificante…, además, lo hizo María Auxiliadora”.
Cada día el Señor se multiplica en muchos miles de lugares para dar de comer y saciarnos. Pensemos con qué frecuencia vamos a la Eucaristía y con qué devoción lo hacemos.
3) Para vivir
Los discípulos distribuyeron el pan y «comieron todos hasta saciarse» (Lc 9,17). En la Eucaristía experimentamos la amorosa atención del Señor que nos alimenta y nos acompaña. Y desea que así como pidió a los Apóstoles que dieran de comer a los demás, así ahora nosotros demos de “comer” a quienes están hambrientos, no solo de comida, sino también hambre de compañía, de consuelo, de amistad, de buen humor, de atención, de ser evangelizados, dice el Papa.
Es un alimento que sacia porque el Amor de Jesús es infinito, capaz de saciar todo deseo de amor: se hace nuestro compañero de viaje, entra en nuestras historias, visita nuestras soledades, dando de nuevo sentido y entusiasmo. Cuando el Señor da sentido a nuestra vida, nos sacia. Porque al calor de su presencia nuestra vida cambia: sin Él sería realmente una vida gris. El Papa Francisco terminó pidiéndole a la Virgen María que nos enseñe a adorar a Jesús vivo en la Eucaristía y a compartirlo con los demás.