¿Me dejo educar?
"¿Me dejo educar?", escribe Pbro. José Martínez Colín en #VivirenCristiano
1) Para saber
“No hay escuela igual que un hogar decente y no hay maestro igual a un padre virtuoso”, esta frase de Mahatma Gandhi nos señala el lugar primordial que ocupa la familia para la transmisión de los valores.
Una cuestión decisiva, señala el Papa Francisco, es la educación para adquirir la actitud interior, que nos permita comprender los símbolos litúrgicos. Por ejemplo, la que imparten los padres y abuelos, o los párrocos y catequistas: “Muchos de nosotros aprendimos de ellos el poder de los gestos litúrgicos, como la señal de la cruz, el arrodillarse o las fórmulas de nuestra fe… podemos imaginar el gesto de una mano más grande que toma la pequeña mano de un niño y acompañándola lentamente mientras traza, por primera vez, la señal de nuestra salvación. El movimiento va acompañado de las palabras, también lentas: «En el nombre del Padre... y del Hijo... y del Espíritu Santo... Amén». Para después soltar la mano del niño y, dispuesto a acudir en su ayuda, ver cómo repite él solo ese gesto” (Carta 29 Junio 2022, n.47). A partir de ese momento, ese gesto nos pertenece o, mejor dicho, pertenecemos a ese gesto, somos formados por él.
No es necesario entender todo sobre esos gestos, dice el Papa, pues el Espíritu Santo obra en nosotros, sólo se requiere ser dóciles como un niño ante su maestro.
2) Para pensar
Hay una carta a su hija pequeña del escritor Francis Scott Fitzgerald, quien es autor de obras como "El gran Gatsby". En ella procura darle unos consejos para la vida. Su hija guardó siempre esa carta, que publicó años después.
En la carta le manifiesta su interés por sus tareas, y le expresa su convicción en vivir las virtudes. Le señala en qué cosas debe preocuparse y de cuáles no: Cosas de las cuales preocuparse: por el coraje, por la limpieza, por la eficiencia... Cosas de las que no hay que preocuparse: por la opinión general, por las muñecas. No te preocupes por el pasado, ni por el futuro. No te preocupes por el crecimiento, ni si alguien te saca ventaja. No te preocupes por la victoria, ni por la derrota. No te preocupes por los mosquitos, ni por las moscas. No te preocupes por los insectos en general. No te preocupes por tus padres. No te preocupes por los varones, ni por las decepciones. No te preocupes por los placeres, ni por las satisfacciones.
En cambio, le dice las cosas en las cuales ha de pensar: ¿Qué es lo que realmente estoy buscando? ¿De verdad entiendo a la gente y soy capaz de llevarme bien con ella?
Pensemos si procuramos educar los verdaderos valores con nuestro ejemplo y palabras.
3) Para vivir
En la educación ocupa una parte esencial la actitud del que aprende. El Espíritu Santo siempre está dispuesto a dar sus lecciones, pero es preciso estar dispuesto a seguirlas. Para ello se requiere ser como niños: abiertos a lo que se les enseña. Un peligro es la soberbia de quien no está dispuesto a que le digan lo que debe hacer.
El Papa Francisco señala la importancia de ser introducidos desde niños al lenguaje simbólico, lo cual es una riqueza al permitirnos trascender lo inmediato y llevarnos a un plano espiritual. Un tesoro del que no podemos permitir que nos lo roben. Es de desear que vivamos con esa actitud humilde para aprender.
Pbro. José Martínez Colín
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