La liturgia nos hace humildes

"La liturgia nos hace humildes", escribe Pbro. José Martínez Colín en #VivirenCristiano

1) Para saber

“La humildad es hacer la estimación correcta de uno mismo”. Esta frase atribuida a Charles H. Spurgeon, predicador inglés del siglo XIX, nos expresa la necesidad de no sobrevalorarnos.

Alec Guinnes fue un reconocido actor inglés, ganador de un Oscar e intérprete de Obi-Wan Kenobi en la "La guerra de las Galaxias". Se transformaba de tal forma al actuar, que no se le reconocía en público. Solía contar una anécdota que le ayudó para su humildad. En una ocasión fue a un restaurante y al dejar el sombrero y el abrigo en el guardarropa, el encargado le dijo que no era necesario alguna identificación. Alec pensó que el empleado lo había reconocido. Cuando concluyó la velada, solicitó sus prendas y se las entregó el encargado al instante. El actor se sintió halagado por el trato especial. Pero la magia se esfumó cuando metió la mano en uno de los bolsillos y encontró una nota del empleado del guardarropa que ponía el modo para reconocerlo: "Calvo con gafas".

El Papa Francisco señala que la liturgia nos ayuda a reconocer lo que en verdad somos y, por tanto, a ser humildes. En varias ceremonias litúrgicas se comienza por reconocernos pecadores y necesitados del perdón. Por ejemplo, en la Misa, se exhorta: “Antes de comenzar estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados…”.

2) Para pensar

Hay una tentación peligrosa que puede tener consecuencias desastrosas para la vida de la Iglesia nos indica y previene el Papa Francisco: el neopelagianismo, una antigua herejía. Pelagio veía posible alcanzar la perfección sin necesidad de la gracia divina, es decir, el mismo hombre, con sus propias fuerzas, podría alcanzar la salvación por sí mismo. Con lo cual se ponía en entredicho la salvación ganada por Cristo. Esta doctrina del pelagianismo fue claramente refutada y condenada por la Iglesia, pues la salvación nos viene de Jesucristo y sin Él no hay salvación.

La celebración litúrgica, en cambio, proclama claramente que nuestra salvación nos fue dada gratuitamente, no por nuestros méritos. Cuando se asiste a Misa, se nos recuerda nuestra condición pecadora y se nos invita a pedir la intercesión ante Dios de la bienaventurada siempre Virgen

María, de los ángeles, los santos y de todos las hermanas y hermanos. Ciertamente no somos dignos de entrar en su casa, necesitamos una palabra suya para salvarnos. La Liturgia no es un invento de los hombres, sino que es un don de Dios, el don de la Pascua del Señor que nos trae la salvación, una nueva vida.

3) Para vivir

Cuando se comprende la grandeza del don que se recibe en la Liturgia, se descubre la profunda belleza de la celebración cristiana y el papel insustituible de Cristo y su misterio Pascual. Por ello afirma el Papa Francisco que la Liturgia es el sacerdocio de Cristo revelado y entregado a nosotros en su Pascua. Ese don se hace presente y activo hoy a través de los signos sensibles, como el agua, aceite, pan, vino, gestos, palabras… que constituyen los Sacramentos. Es el Espíritu Santo quien a través de esos Sacramentos transforma toda nuestra vida, conformándonos cada vez más con Cristo. Acudamos agradecidos a los Sacramentos a recibir el Don de Dios.