La lógica detrás de la tregua y liberación de rehenes por Hamás

"La lógica detrás de la tregua y liberación de rehenes por Hamás", Escribe Mauricio Meschoulam en Colaboración Especial

Las metas políticas enunciadas por Israel para su operación en Gaza han consistido desde el inicio principalmente en dos. Una es el desmantelamiento de las capacidades militares y de gobierno de Hamás. La segunda es la liberación de los rehenes que Hamás y la Jihad Islámica capturaron durante sus ataques del 7 de octubre. Hamás entiende muy bien el valor estratégico de la toma de rehenes. Ya en el pasado, esa organización ha sido capaz de intercambiar más de 1000 prisioneros palestinos por un solo soldado israelí. Uno de los prisioneros liberados en ese momento fue nada menos que Yahya Sinwar, quien actualmente dirige el gobierno de Hamás en Gaza y quien encabezó la planeación de los ataques del 7 de octubre. Esto, naturalmente presenta una contradicción desde una perspectiva estrictamente militar. Pero la militar no es la única perspectiva que está siendo considerada en torno a la tregua e intercambio señalados.

Primero, Israel es un país en el que cada vez que alguna organización terrorista secuestra rehenes, se produce un movimiento social enorme. Para la sociedad civil de ese país, el rescate de sus rehenes (soldados o civiles) se vuelve prioritario, incluso al costo de sacrificar cuestiones de seguridad. Esto frecuentemente entra en conflicto con la posición de los tomadores de decisiones que tienen otro tipo de prioridades.

Segundo, lo anterior es algo que Hamás, tras décadas de conflicto con Israel, entiende muy bien. Por eso, cuando los atentados terroristas del 7 de octubre fueron planeados, uno de los objetivos centrales fue el secuestro de rehenes pues ello genera múltiples beneficios a las organizaciones perpetradoras de los ataques. Se trata de una victoria múltiple. Por un lado, la proyección de fuerza que les otorga la captura en sí. Por el otro lado, Hamás obtiene una victoria simbólica y política adicional al intercambiar rehenes por prisioneros palestinos que se encontraban en cárceles israelíes.

Esa combinación de factores ocasiona que las negociaciones y las decisiones al respecto de los rehenes no sean cosa fácil, lo que las ha prolongado durante siete semanas. Por ahora, se decide liberar, en fases, al menos a 50 rehenes a cambio de un cese al fuego temporal mínimamente de 4 días, el cual hasta el momento de este escrito está siendo respetado. Esto, según se estima, permitirá el traslado de combatientes de Hamás para reagruparse, reorganizarse y prepararse para seguir la lucha. Era en ese sentido que el establishment de seguridad israelí se había negado a ceder. No obstante, la presión política interna en Israel sumada a la presión internacional, especialmente por parte de Biden, ha conseguido ajustar las condiciones para esta tregua-intercambio.

Dicho eso, hay que entender que esta tregua-intercambio, que, por supuesto ha sido bien recibida por múltiples actores, es solo parcial. Entre las consideraciones de Hamás se encuentra su propia evaluación al seguir contando con un buen número de rehenes en su poder, no solo para extraer más concesiones futuras, sino incluso para emplearlos como seguros de vida o para el futuro su movimiento de resistencia.

Adicionalmente, dado que este cese al fuego y el alivio humanitario que esta tregua ofrece es apenas una muy pequeña porción de lo que se requiere, lo que viene es una carrera. Una carrera entre las metas militares de Israel, y la presión política que sin lugar a dudas seguirá acumulándose en su contra a causa de las muertes civiles y la crisis humanitaria en Gaza, ya no digamos entre las poblaciones de países que son tradicionalmente hostiles, sino entre países amigos o incluso aliados estratégicos como Washington.