En vilo el legado del papa Francisco
"En vilo el legado del papa Francisco", escribe Irene Selser en #Entrevías
En Italia se les dice “jettatore” y en Argentina, la patria del papa Francisco, “mufas”. Se trata de personas que, queriéndolo o no, traen mala suerte a los demás. Decimos esto porque quiso la ironía que fuese el vicepresidente estadounidense J. D. Vance, opuesto a una Iglesia inclusiva, el último funcionario extranjero en reunirse el domingo con el pontífice en su apartamento en la Casa Santa Marta, menos de 24 horas antes de su fallecimiento. Vance se convirtió al catolicismo en 2019 y se hallaba en Roma con su esposa y tres hijos con motivo de la Semana Santa, en una visita ya programada que incluyó reuniones diplomáticas. El sábado 19, Vance visitó al secretario de Estado vaticano, el influyente cardenal italiano Pietro Parolin (70), mano derecha del papa, quien lo nombró en ese cargo apenas asumir en 2013. Parolin es considerado uno de los “papábiles” por su amplia experiencia diplomática y en temas internacionales como migración, conflictos armados, cambio climático, Medio Oriente y Asia, en particular China. De hecho, según el Vaticano, de guerra, refugiados y migración hablaron Vance y Parolin, aunque apenas como un “intercambio de opiniones”.
En el breve encuentro de Vance y el papa hubo un ambiente de “respeto y recogimiento”, informó el Vaticano. Vance le agradeció por recibirlo y le dijo que rezaba por él “todos los días”, y el papa le entregó sonriente tres huevos de Pascua de chocolate para sus niños, un rosario y una corbata emblemática. Un ambiente calmo, lo opuesto a la tensión que marcó en mayo de 2017 la visita del flamante presidente Donald Trump y su familia al papa, que ya había chocado con el republicano en materia de cambio climático, migración y política exterior. La defensa de los migrantes por parte del primer papa jesuita y latinoamericano (“Jesús también fue un migrante”, decía) endureció la relación con Trump en su segundo mandato, al punto de que, en febrero pasado, Francisco criticó en una carta pública dirigida a la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, la política de deportación masiva de migrantes que, según Vance, estaría respaldada por la doctrina católica.
Ayer en Ciudad Juárez, con una misa especial en la Casa del Migrante, migrantes de varias nacionalidades y voluntarios recordaron al papa Francisco, a quien llamaban “el papa de los migrantes” por su constante defensa y acompañamiento. También evocaron la visita que hizo el argentino a esa frontera en febrero de 2016 como parte de su viaje a México, donde abordó temas claves como la migración, los desafíos laborales, la exclusión de los pueblos indígenas, la violencia y la corrupción.
Entre el 6 y el 12 de mayo comenzará el cónclave para decidir al sucesor de Jorge Mario Bergoglio y el rumbo a seguir por su Iglesia: si el de una continuidad franciscanamente abierta o un nuevo golpe de timón como la contrarreforma neoconservadora impulsada por el papa polaco Karol Wojtyla (Juan Pablo II, 1978-2005) en respuesta a la breve, pero dinámica gestión del papa italiano Angello Rocalli (Juan XXIII, el “papa bueno”), quien en apenas seis años renovó el rostro de la Iglesia y la acercó al mundo moderno al “abrir sus ventanas”. El Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII, catapultó la opción preferencial por los más pobres impulsada entonces por la Teología de la Liberación (TL), cuyo espíritu y premisas recogió sin decirlo el papa Francisco.
A diferencia de Juan Pablo II y su acendrado anticomunismo, influenciado por su experiencia en su Polonia natal que le hizo condenar por “marxista” a la TL, y cuya persecución abrió paso en los 80 a la cuasi invasión de iglesias evangélicas en América Latina, Francisco volvió a poner a los pobres en el centro de su discurso, aunque “desaparece precisamente en un momento en el que los sectores que se oponían a sus decisiones ganan fuerza”, según editorializó ayer el diario francés Le Monde.
Cabe recordar que si en 1978 —cuando asume Juan Pablo II— el 80% de la población latinoamericana se decía católica, para 2005, al final de su mandato, sólo 59% se reconocían como tal pese al perfil altamente mediático del “Papa viajero” (que realizó 250 viajes apostólicos y visitó 129 países dando la vuelta al mundo unas 30 veces).
Como sea, y a pesar de las críticas a la gestión del papa Francisco en cuanto a su “prudencia” para emprender una transformación a fondo de la Iglesia, la reforma de la Curia para deseuropeizar a la jerarquía eclesiástica y el impulso a las vocaciones muestran hoy resultados positivos, según el Anuario Pontificio 2025 (https://www.ayudaalaiglesianecesitada.org/noticias/crece-el-numero-de-catolicos) que reporta un aumento de 1.15% en el número mundial de católicos en 2022-2023. En ese lapso, la feligresía en el mundo pasó de 1,390 millones a 1,406 millones, de los cuales América Latina concentra casi el 48% y África el 20%. De África proviene precisamente otro papábile, el arzobispo de Kinshasa, Congo, Fridolin Ambongo (65), de pastoral conservadora, como el grueso de la jerarquía africana.
De los 135 cardenales que elegirán al nuevo papa, 108 fueron nombrados por Francisco (80%), lo que podría inclinar la balanza a favor de la continuidad renovadora. Otro elegible, de perfil liberal, es el filipino Luis Tagle, considerado el “Francisco asiático”, junto a dos obispos de Estados Unidos, los más sonados en ese país: Joseph Tobin (72), actual arzobispo de Newark, Nueva York, cercano a Francisco —quien lo nombró cardenal en 2016—, firme defensor de la catequesis progresista e inclusiva en temas pastorales y sociales, incluyendo su apoyo a los migrantes y la comunidad LGBTQ+. Y en la acera opuesta, el cardenal tradicionalista Raymond Burke (76), nombrado cardenal en 2010 por Benedicto XVI. Burke se encarga en el Vaticano del dicasterio que revisa las nominaciones de obispos, y desde un inicio chocó con Francisco por su rechazo a incluir a los homosexuales en la Iglesia. A fines de 2024, apoyó claramente la segunda elección de Donald Trump a la presidencia, por lo que muchos lo llaman “el cardenal de Trump”.