Ya no le hagamos caso
Ya no le hagamos caso, escribe Raymundo Riva Palacio en #EstrictamentePersonal
Por segundo día consecutivo, el presidente Andrés Manuel López Obrador se abstuvo de limpiarse las manos con líquido antes de iniciar su comparecencia en Palacio Nacional. Tampoco se mantuvo la distancia de un metro mínimo de distancia entre personas, como sugiere el estándar de distanciamiento social. Todo esto, 24 horas después de que se recomendara, en el mismo foro, que eso tendría que hacerse. Las palabras sí se las lleva el viento.
El presidente ocupó 56 palabras en el arranque se su comparecencia para hablar en general del Covid-19, y dedicó 381 para hablar de su agenda, de sí mismo y de lo qué hace para no dar pie a sus “adversarios”.
Una vez más, como lo reitera siempre, antepuso la fe a la ciencia -y respaldó ampliamente al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell que en la víspera sacrificó el conocimiento para rendirle tributo a las creencias presidenciales-. “Vamos a salir adelante”, dijo López Obrador en su comparecencia del martes.
“Hay que tener fe en nuestro pueblo y actuar de manera consciente (sin) caer en la desinformación”. La fortaleza está “en nuestro pueblo y en su cultura”. Nada de reforzamiento sobre las medidas de prevención. No son necesarias. Dijo que estamos en la primera etapa de la pandemia, lo que es cierto, y actuando con “serenidad y no dejarnos manipular”. En pocas palabras, actuarán para evitar el contagio cuando el contagio ya esté dentro.
La reacción tardía del gobierno de López Obrador, que resiente y critica el presidente, no es observada y cuestionada en México solo, sino en el mundo. Él no va a cambiar. El subsecretario a modo que tiene en Salud, le hace segunda. ¿Qué se puede hacer? Sólo una cosa: ya no le hagamos caso. Hagamos caso a quienes en la comunidad científica actúan sin estar cuidando su empleo o buscando promoción, a lo que están diciendo las autoridades en la materia en el mundo y a reflexionar críticamente sobre el porqué los gobiernos -salvo Brasil y México- están alineados en sus medidas para romper la cadena de contagios. López-Gatell dice, a contracorriente del mundo, que las medidas que han tomado no sirven para nada. Tal para cual.
El lunes pasado, el Imperial College de London, que tiene un Equipo de Respuesta y asesora al gobierno británico, dio a conocer un informe sobre el Covid-19 (https://www.imperial.ac.uk/media/imperial-college/medicine/sph/ide/gida-fellowships/Imperial-College-COVID19-NPI-modelling-16-03-2020.pdf), con nueva información sobre la pandemia en Italia, que concluyó que las medidas limitadas que impusieron en un principio, podría resultar en un “mucho mayor número de muertes”.
López Obrador esta convencido de que la pandemia es una exageración y que el manejo de la información sobre ella es político. No es así. La información se sustenta en análisis matemáticos o el procesamiento de estadísticas -como se hizo en el caso italiano-, para poder hacer proyecciones que ayuden a formular políticas públicas.
“El mundo está viviendo la crisis de salud pública más serie en generaciones”, dijo el profesor Niall Ferguson, jefe del Equipo de Respuesta y director del Instituto Abdul Latif Jameel para Enfermedades y Análisis de Emergencia (http://www.imperial.ac.uk/news/196234/covid-19-imperial-researchers-model-likely-impact/). El informe estudió las razones por las cuales el virus se salió de control y saturó los hospitales, donde han muerto más de dos mil 200 personas y arriba de 28 mil están infectados, aunque la cifra probablemente sea “considerablemente” más alta. Esto obedeció a que la estrategia para aplanar la curva de crecimiento de contagios y controlar la pandemia, fue muy optimista.
“Utilizamos las últimas estimaciones de severidad para mostrar que las estrategias políticas que buscan mitigar la epidemia, podrían haber reducido a la mitad las muertes y reducido el pico de la demanda de atención médica en dos tercios, aunque no sería suficiente para prevenir que los sistemas de salud se saturen”, agregó el doctor Ferguson. “Intervenciones más intensas y socialmente disruptivas tendrían que ser requeridas para suprimir la transmisión a bajos niveles. Probablemente tales medidas, principalmente un distanciamiento social a larga escala, se necesitaría llevar a cabo por meses, quizás hasta que una vacuna está disponible”.
López Obrador ha dicho que México está preparado para la pandemia. La información que le han dado no es totalmente correcta. López-Gatell ha dicho en las reuniones en Palacio Nacional que se tiene capacidad hospitalaria suficiente para la etapa dos, con la experiencia de la influenza estacional. No le han explicado al presidente la duración de la influenza, que en la temporada 2019-2020, hasta finales de febrero, tuvo cuatro mil casos positivos. En diciembre, por ejemplo, encontrar una cama para neumonía, que es la patología de la influenza y el Covid-19, demoraba cuando menos 10 días. Otra mentira que ha dicho el subsecretario de Salud, es que existen 35 hospitales desplegables, cuando en realidad hay cinco en el gobierno federal.
La desinformación de que se queja el presidente encuentra un foco claro dentro de Palacio Nacional. Le han dicho que tienen los insumos para enfrentar la pandemia, pero no hay respiradores porque no se compraron. Apenas en la última semana comenzaron a adquirir medicamentos para aplicárselos como refuerzo a doctores y enfermeras en la primera línea de combate al virus. El presidente descalifica pero, como admiten con resignación colaboradores, no escucha recomendaciones que puedan ir en contra de sus fijaciones. Pelearse con sus “adversarios”, que en los últimos días parecen encontrarse en los medios, podrá ser una gran victoria, aunque pírrica. Sus cruzadas públicas no asustan ni frenan el coronavirus. Este debía ser la preocupación de todos.
NOTA: El embajador de Estados Unidos, Christopher Landau, desmintió que funcionarios de alto nivel hayan hablado del coronavirus en una reciente reunión en la Ciudad de México. La información fue proporcionada por personas que participaron en ese encuentro. Se entiende la insólita energía con la que reaccionó, proporcional a la gravedad de lo que sucedió en esa reunión.