Terror y circo
Terror y circo, escribe @rivapa en #EstrictamentePersonal.
El 15 de septiembre de 2020 será un día muy difícil de olvidar.
El presidente Andrés Manuel López Obrador nos mostró el tipo de país que está construyendo: las leyes emanadas de la Constitución no sirven; los juicios sumarios son los que valen.
La voluntad popular es una frase de pacotilla; la única voluntad que vale es la suya.
Los instrumentos de procuración y administración de justicia son secundarios; la Unidad de Inteligencia Financiera es la que se ocupa de perseguir a quien señale el Presidente.
Colonizado el Poder Legislativo y amedrentado el Judicial, el presidencialismo mexicano se encuentra en el ideal que no alcanzó ninguno de sus predecesores: un líder fuerte, utilizando todos los recursos metaconstitucionales con los que cuenta su oficina, fugándose hacia el autoritarismo.
No le gusta a López Obrador que lo llamen autoritario, pero no hay otra descripción que le venga como anillo al dedo.
Definitivamente no es un demócrata, y ha dado pruebas incontrovertibles de ello, ni está interesado en la construcción de un país de leyes y un Estado que funcione a través de contrapesos, rendición de cuentas y transparencia.
Su corifeo en el Gobierno y en las cámaras está para servirle y acomodar la realidad real, a la realidad presidencial.
A quien no le guste, que afronte las consecuencias de la persecución del Gobierno y esté dispuesto, o dispuesta, a que el linchamiento público disponga de su reputación, porque esto es para lo que la mayoría del electorado le dio el mandato en 2018, para utilizar los recursos de la democracia y levante un sistema autócrata.
Como botones de muestra:
1.- López Obrador había dicho reiteradamente que él no estaba en la lógica de enjuiciar a expresidentes, pero si una consulta popular se lo pedía, acataría el mandato del pueblo.
El lunes, la recaudación de firmas para pedir la consulta popular, cuyo plazo para hacerlo terminaba ayer, alcanzaba apenas el 50% del total.
El Presidente dijo el martes que tenía información que ya habían juntado todas las firmas restantes -como siempre, sin posibilidad de corroboración-, lo que habría sido un milagro moreno, pero por las dudas y por si acaso, mandó un escrito al Senado para que se realice la consulta sobre “el posible enjuiciamiento”, siempre, precisó, “de acuerdo al debido proceso”.
El debido proceso tiene como principio la presunción de inocencia, que a López Obrador le da igual.
Durante los gobiernos de sus cinco predecesores, afirmó en el escrito, “ocurrieron quebrantos monumentales al erario, corrupción generalizada, prácticas gubernamentales que desembocaron en un crecimiento descontrolado, violación masiva de los derechos humanos”.
La presunción de inocencia no existe, como tampoco un sistema de leyes.
Si estuviera apegado a Derecho, no necesitaría la “pira” en el Zócalo, sino una investigación para determinar si esos presuntos delitos por los que los acusa, se sostienen en un tribunal.
Pero el Presidente explicó ayer por qué no recurre a la ley.
“En el periodo neoliberal la corrupción se convirtió en la principal función del poder político”, dijo, al recordar su discurso de toma de posesión.
“Si abrimos expedientes, dejaríamos de limitarnos a buscar chivos expiatorios, como se ha hecho siempre, y tendríamos que empezar con los de mero arriba, tanto del sector público como del privado, no habría juzgados ni cárceles suficientes”, es decir, no le importa nadie salvo los expresidentes.
Son culpables políticos, históricos y morales, a su juicio, tanto ellos como los empresarios que se beneficiaron de las privatizaciones -algunos muy cerca de él-, pero sobre quienes no procederá.
Para que sean culpables los expresidentes, de acuerdo a Derecho, tendrían que probarse las acusaciones.
La mañanera no es para probar. Ahí se juzga sumariamente y se sentencia a la muerte civil.
2.- López Obrador tiene lugartenientes que no actúan con la ley en la mano, sino abusando del poder.
La semana pasada, el Presidente dijo que había políticos detrás de la toma de la presa La Boquilla, y el lunes, el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, congeló las cuentas del exgobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza; del alcalde de Delicias, Eliseo Compeán, y del presidente de la Asociación Estatal de Usuarios de Riego de Chihuahua, Salvador Alcántar.
Nieto, sacando de la chistera un medio conejo, afirmó que el congelamiento de las cuentas de Reyes Baeza es por el desvío de recursos del Issste en la llamada “Estafa Maestra”, señalando implícitamente que no se trata de ninguna revancha presidencial.
¿Por qué no se ocupó del tema antes?
No lo explica, y tampoco tiene mucho margen para rebatir que no sea culpable de intimidar disidentes y castigar penalmente la acción social.
Alcántar tiene en sus cuentas 26 mil pesos, sin que Nieto aclare, todavía, el porqué de su acción represora.
3.- López Obrador agradeció que se hayan vendido boletos para la no rifa del avión presidencial, sorteado este martes.
Se quedó corto en la meta de recaudar tres mil millones de pesos, que era casi el 30% de lo que se debe aún para cubrir el costo total del avión que adquirió Banobras, sin contabilizar que de los premios -que terminó de cubrir con subsidios federales-, faltarían por cubrirse otros 800 millones por impuestos que tienen que pagarse, salvo para los ganadores vivieran en la Ciudad de México, donde la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo que el erario capitalino cubriría los impuestos.
De cualquier forma, mil 800 millones de pesos, más los otros millones en subsidios para comprar boletos y repartirlos gratuitamente, salieron del presupuesto de la Austeridad Republicana, casi la mitad de lo que saldría en solventar el precio de la aeronave.
El circo sirve para los objetivos políticos del Presidente, y cuando se le atraviesan, aplica el terror.
¡Vaya día este de la Independencia lleno de barruntos y amenazas!
¿Qué nos depara el futuro?
Esperemos la siguiente mañanera.