Penas y premios a ‘no esenciales’

Penas y premios a ‘no esenciales’, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón

Las empresas eufemísticamente llamadas “no esenciales” que han seguido activas a pesar de la orden gubernamental de que suspendan labores con el fin de que no cunda la pandemia, sobre las que pesa la amenaza de ser sancionadas, tienen una salida jurídica si acuden a los tribunales, pero no por desgracia en el trance de fulminantes clausuras. Su

“falta” es operar para intentar sobrevivir, mantener empleados a sus trabajadores, aunque castigarlas implicaría la marranada de aplicar leyes, reglamentos, acuerdos y decretos de manera selectiva.

Y es que de la prohibición que abarcaba la totalidad de la planta industrial considerada “no esencial”, días después vino el recule y se excluyó a las firmas contratadas para las obras emblemáticas de la 4T: el tren “maya”, la refinería en Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el ferrocarril transístmico, así como las que Pemex y la CFE tienen contratadas.

Únicamente de esta última sería comprensible que no fuera paralizada porque brinda un servicio tan “esencial” que sobran las argumentaciones.

Buena parte del problema de las que están en capilla es que no se ha dado certidumbre alguna a las empresas que forman eslabones en la fabricación de componentes en las cadenas productivas nacionales y globales. Su cierre puede llevar a la ruina del sector nacional con las que estén emparentadas, pero también sacar a México del mercado internacional en industrias tan importantes como la automotriz y de aparatos electrónicos por no poder seguir

suministrando piezas a sus asociados en el mundo.

¿Cuándo enviarán los insumos necesarios a sus clientes locales y de manera muy especial a Estados Unidos, pero también a Canadá, con quienes rige el Tratado de Libre Comercio y se está en vísperas de la entrada en vigor del acuerdo renovado? Nadie lo sabe.

El caso es que las fábricas de cemento, vidrio y acero del país están obligadas al cierre… con excepción de las contratadas para obras que bien pueden postergarse.

Tan solo para la planta en Tabasco, según la Secretaría de Energía, “las empresas que ganaron los paquetes Uno, Dos, Tres, Cuatro y Seis para el desarrollo de ingeniería y la construcción de una nueva refinería de Dos Bocas” son: Fluor Enterprises e ICA Fluor, Samsung Engineering y Asociados Constructores DBNR; Kellogg Brown and Root en conjunto con Constructora Hostotipaquillo”, luego de una licitación en que “se privilegió la participación de empresas mexicanas, lo que permitió el incremento de sus capacidades a través de asociaciones (con) empresas líderes con amplia experiencia internacional en la construcción de grandes proyectos industriales”.

La parte mexicana, se supone, comprende el 50 por ciento de lo convenido, de modo que cualquiera sea su participación en el proyecto, trabaja como si nada pasara porque, a diferencia de las sancionables, se le considera tan “esencial” que opera en plena emergencia sanitaria.

¿Milagrosamente sus trabajadores son inmunes al Covid-19…?