Indigno papel del INAI

Despreciado, ninguneado, desairado por el gobierno como está siendo el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, para llorar le pinta cumplir con sus responsabilidades ante la apertura total o parcial de los perniciosos archivos secretos.

El comisionado presidente, Javier Acuña, admitió ayer con Ciro Gómez Leyva (Radio Fórmula) que todavía “estamos esperando, como todos los mexicanos a partir del viernes pasado, unos lineamientos que no hemos podido conocer en detalle”.

Su entrevistador le comentó que esos archivos son más bien “un museo que va desilusionar mucho a quienes creen que van a ser como los de la Stasi alemana” (plagados de delaciones de hijos, padres, amigos y vecinos), en lo cual Acuña coincidió, pero que será “el museo ominoso” porque “hay ciertas coordenadas en la vida de un personaje público, sea opositor o leal al gobierno, a quien se le puede seguir desde la misión de inteligencia”, pero no se vale interferir en “un encuentro durísimo con amantes o personas de cualquier otra circunstancia, o que se revele que se encuentra con sus hijos o con sus parientes, reconocidos o no, etcétera. Esa es la parte, vamos a decir, morbosa, tristemente penosa, que ocultan probablemente...”.

La obvia probabilidad surge de su imaginativa perspicacia porque, como es evidente, el INAI es mero espectador en el destape de algo que, por lo visto, le queda no grande sino lo que le sigue.

Ciro insistió:

–Esta apertura tendría que pasar por ustedes y nadie les ha avisado nada...

“Solamente se nos ha compartido por cortesía que seguramente estaríamos citados por Gobernación para compartir el ejercicio. Y hay toda la intención de la Secretaría de Gobernación de no violar tratados. Te aseguro que hay datos delicados: se dijo que parientes de ex esposas y ex esposos puedan estar (o resultar) muy afectados...”, comentó Acuña con pasmosa debilidad.

Mereció el puntillazo:

–Cabe la posibilidad de que el Gobierno del presidente López Obrador abra directamente estos archivos sin pasar por el INAI y que ustedes detecten que parte de esa información tendría que seguir siendo reservada...

“¡Claro!”, pareció celebrar Acuña. 

“Es una cuestión de posibilidad porque sería claro... yo creo... digo, no sería lo adecuado, no sería conveniente, porque vuelvo a decir: las personas afectadas por la información que existe, con independencia, del giro que se le dé, ya no se diga el extremo de una publicidad llana, pura y abierta, que sería grave, lamentable. Por eso prefiero... Ellos podrían desde luego estar en esos archivos. Pueden acudir al INAI a pedir medidas de protección a sus datos...”.

Triste papel.

Y para colmo, Acuña es uno más de los titulares de organismos que aguardan con indigna paciencia la oportunidad de que el presidente los escuche.

No sabe honrar su papel ni exige respeto a su institución.

De lástima.

Qué pena.

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