EU: la censura de nada sirvió

EU: la censura de nada sirvió, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón.

Al interrumpir la transmisión de las mentiras y estupideces que decía el jueves Donald Trump, las cadenas ABC, CBS y NBC actuaron como si en realidad los medios fueran un “cuarto poder”, atentaron contra su propia naturaleza y le dieron la espalda al periodismo y a sus televidentes.

Quienes, por empatía con el ganador Joe Biden, festejaron los cortes de señal, debieran reparar en que fueron subestimados en su capacidad de discernir.

Al privarlos del derecho a la información, se les impidió formarse su propio juicio.

El pretexto que las televisoras esgrimieron para la insólita medida es que lo que decía Trump sobre un supuesto fraude carecían de sustento y estaba poniendo en riesgo la democracia estadounidense.

Falso.

Afectadas por el puritanismo fundacional de los primeros inmigrantes europeos, las cadenas operan sobre la mentira de que lo que propalan, a su juicio inevitablemente subjetivo, debe ser cierto cuando el periodismo, en el mejor de los casos, nada más es verosímil.

Ignoran la máxima erróneamente atribuida a Voltaire:

“No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo” (Guillermo Fatás Cabeza, catedrático de Historia Antigua, periodista y autor de una treintena de libros, ha dejado claro que la frase no aparece en los escritos del célebre representante de la Ilustración, sino que surgió hasta 1906 en “The Friends of Voltaire”, de SG Tallentyre, nombre literario de la británica Evelyn Beatrice Hall).

No asumen esas cadenas que la “verdad”, excepto en las ciencias exactas, es siempre relativa, ya sea jurídica, histórica, social, sensitiva, periodística, sentimental, teológica o esotérica.

Por esto suele ser sobre todo sospechosa.

Pasaron también por alto la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, en que la Corte Suprema se basó (1969) para derogar la condena (en Ohio) a un miembro del Ku Klux Klan, estableciendo que, aunque los mensajes de odio son la antítesis de la libertad, censurar sus expresiones juega en perjuicio de las víctimas y que tolerarlas es el mejor antídoto contra cualquier forma de dictadura.

La libertad de expresión es la “condición indispensable” y la madre de todas las otras formas de libertad.

Y de ninguna manera se contrapone al castigo de conductas como las de Trump y su titipuchal de seguidores.

Por muy periodísticos que sean, los medios de comunicación jamás han sido ni serán “cuarto poder”.

El sábado dieron a Biden, sin el pudor de anteponer el término ‘virtual’, por “presidente electo”.

¿Acaso son autoridad o su existencia es resultado de la voluntad pública?

¿Cuál de las telecensoras tiene el apoyo de los 70 millones de votantes que respaldaron al descocado Trump?

Abdicaron del periodismo elemental: registrar los dichos de uno de los sujetos más prominentes del mundo y ordenar a sus reporteros constatar o desmentir lo que el pobre rico diablo decía.

“Progres”: dénse a respetar.

No se vayan con la finta del desconfiable periodismo “comprometido…”.