Fiestas patrias envenenadas
"Fiestas patrias envenenadas", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón.
Dos de las guerras unilaterales de la 4T contra quienes imagina enemigos emponzoñan las fiestas patrias con la majadera exclusión del Poder Judicial de la Federación de las celebraciones y el empleo de un golpeador y de Morena para destruir a la Xóchitl Gálvez.
Sin respetar el mandato constitucional (artículo 49) que literalmente dice: “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial”, o sea, que ninguno gobierna solo, el presidente López Obrador dijo el miércoles que quien organiza y encabeza los festejos “nada más es una representación del gobierno, del Ejecutivo” porque “ya han cambiado las cosas”.
Así lo pretextó: “No tenemos buenas relaciones, es público, es notorio, es de dominio público, con el Poder Judicial, porque se han dedicado a actuar en contra de la transformación. Nosotros consideramos, aunque se opine distinto, que están en contra del pueblo y que son representantes de la oligarquía, de la minoría corrupta, rapaz. Son como representantes de la delincuencia de cuello blanco y en algunos casos también de la otra delincuencia (…).
Hace falta una reforma en el Poder Judicial. Son de las cuestiones que quedan pendientes, ya no me dio tiempo, ya habría que hacerlo si el pueblo lo decide cuando entre el nuevo Congreso, para que sea el pueblo el que rescate, recupere al Poder Judicial. Que se elijan los jueces por el pueblo, que el pueblo elija a los magistrados, que el pueblo elija a los ministros, para que entonces sí sea Suprema Corte de Justicia y haya un auténtico Estado de derecho, no un Estado de chueco…”.
En paralelo, con el azuzamiento desde Palacio, lo que está cometiéndose contra la candidata opositora le hace temer a ésta por su seguridad personal y culpa desde hoy al Presidente de lo que pueda sucederle. López Obrador exhibió, se mofó y ordenó reproducir un video en que Xóchitl rompe una piñata del PRI, preguntando: “¿Qué se necesita para transformar un país?”, y respondiendo: “Autoridad moral y una palabra, un término, un concepto: congruencia.
Si no, no se puede; sin autoridad moral no se puede gobernar un país (…). No es ‘Yo pensaba así y ahora como digo una cosa digo la otra’…”. Se expone a que le recuerden su pasado priista en Tabasco, donde presidió el comité estatal y fue funcionario en el gobierno del echeverrista Leandro Rovirosa Wade. A la línea contra Xóchitl responde la canallada del exdelegado Víctor Hugo Romo y secundada por Morena que afortunadamente AMLO paró en seco ayer, condenando la idiota petición de que sea demolida su casa: “No debe haber campañas de linchamiento”, dijo a casi cinco años de estarlas promoviendo.
“Sólo falta que mi bicicleta se la lleven al corralón”, ironizó ella. Todo parece confirmar que el cuatroteismo no está nervioso sino alarmado por el arrastre que la popular y no populista Senadora está teniendo en sectores cada vez más amplios de la población… (El asalto a la razón abre un paréntesis y reaparecerá el inolvidable 2 de octubre).