El zedillazo no fue chiste
"El zedillazo no fue chiste", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón
Andrés Manuel López Obrador no reaccionó como supuso el expresidente Ernesto Zedillo a su demoledora disertación sobre la reforma constitucional al Poder Judicial.
“Estoy consciente de que la reacción del Presidente será, como siempre ante quien disiente, critica o piensa distinto a él, la calumnia, el insulto y la amenaza”, dijo el domingo en la Conferencia Internacional de Abogados.
Sin embargo ayer AMLO, si bien lo descalificó, no lo calumnió ni lo insultó ni lo amenazó.
De tomársele en serio lo que dijo de la irrefutable crítica de Zedillo, pareciera que más bien se divirtió:
“Ahí vienen, traen a este… a Zedillo, para decir que ya es una dictadura México y es de risa, sí es de risa…”.
Entre lo que al Presidente le parece hilarante está que las iniciativas de reformas que sus antidemocráticas mayorías legislativas le regalarán en lo que resta de su gestión está la advertencia de que “enterrarán la democracia mexicana y lo que quede de su frágil Estado de derecho” y que lo que pretende la 4t es “transformar nuestra democracia en tiranía”.
¿Dónde está el chiste?
En vez de denostar a Zedillo, AMLO debe agradecerle que fue gracias él, como recuerda Pablo Hiriart en su Uso de razón de ayer en El Financiero: “Cuando López Obrador lanzó su candidatura a jefe de Gobierno del Distrito Federal no cumplía con los requisitos de la ley, dado que no acreditó su residencia en la capital del país en los cinco años previos. Luego de un par de manifestaciones en el Zócalo, Zedillo le ordenó al PRI no impugnar y dejarlo pasar (…). Fue así como AMLO aprendió que a él no le vienen con eso de que la ley es la ley…”.
Con Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, el expresidente dijo:
“Decidí romper el silencio porque veo que la república democrática está siendo destruida y no podía ser un cobarde y quedarme callado”.
La presidenta que iniciará su gobierno dentro de 13 días, Claudia Sheinbaum, cayó también en la descalificación porque durante la gestión de Zedillo se creó el Fobaproa, “una deuda privada que se convirtió en pública”, afirmó, omitiendo que aquel rescate bancario fue para que el dinero de los ahorradores y usuarios de la banca no se devaluara (como sucedió en Argentina con el “corralito”).
Reprochó que el remoto predecesor de AMLO “planteó que está en vilo la democracia de nuestro país y fíjense lo paradójico, porque hoy hay debate, lo que muestra que justamente México es un país democrático”, declaró, y aseguró: “Hoy vivimos mucho más democracia de la que había antes, no se censuran periodistas como se hacía antes. Lo que queremos es que siga la democracia y se siga profundizando la democracia en México”.
No desde luego.
Lo democrático sería respetar la separación y la independencia de los tres poderes y la demagógica elección popular de jueces, magistrados y ministros es, por decirlo con suavidad, una dinamitera salvajada porque, en maligna mancuerna, Ejecutivo y Legislativo se han agandallado al Poder Judicial…
Carlos Marín
cmarin@milenio.com