Ciro: primero de tres pasos
"Ciro: primero de tres pasos", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón
Del atentado contra Ciro Gómez Leyva, se sabe ya que seis hombres y cinco mujeres de una pandilla de matones y narcomenudistas que opera en varias alcaldías capitalinas y del Estado de México fueron detenidos y que cinco o seis de ellos tuvieron participación directa en el atentando.
Por los impactos, el sicario es un tirador de precisión tan hábil que, con la camioneta de Ciro y la motocicleta en que iba en movimiento, acertó dos tiros que pegaron en la ventanilla pero fueron bien dirigidos a la cabeza de su objetivo y otro más disparando hacia atrás en el rebase y huída, certero también pero estallado en el parabrisas.
Sin embargo, el grupo criminal se antoja de medio pelo porque no tuvo la inteligencia de averiguar antes que el vehículo que manejaba Ciro era impenetrable.
Por estar en desarrollo la investigación, quedan por saberse:
a) el móvil del ataque,
b) si lo que parece ser una minibanda tuvo la iniciativa de asesinar al periodista, y
c) si los delincuentes fueron contratados por una organización más poderosa o por alguien que quién sabe a qué se dedique y cuya identidad debe descubrirse.
El informe del Secretario de Seguridad, la Fiscal y la Jefa de Gobierno con los indicios que condujeron al cateo de doce domicilios y las detenciones es consistente y verosímil. Nada sugiere la invención de nada y se refuerza la confianza en que se sabrá cuál fue la motivación exacta y la autoría intelectual de la agresión.
Aunque sea lógico que para estos primeros importantes resultados trabajaran coordinadamente distintas instituciones y niveles de gobierno, el mérito mayor es del eficiente Omar García Harfuch, cabeza de la corporación que Claudia Sheinbaum, justificadamente, llamó la mejor policía del país.
Por desgracia, en los estados las hay de chile, dulce y manteca; algunas al servicio de criminales, otras expuestas a que les maten a sus efectivos, o donde ni siquiera existen.
Las peores nada pueden hacer en amplias regiones dominadas por grupos delincuenciales, ni siquiera en capitales de la importancia de Culiacán.
Poblaciones enteras que conforman la base social de la delincuencia, como en la colonia Jesús María, donde tenía su santuario y fue recapturado Ovidio Guzmán, exigen y obtienen del Gobierno el compromiso de que el Ejército abandone su territorio para que la complaciente policía estatal se haga pendeja frente a la delincuencia.
Mucho peor están las policías en la región de Tierra Caliente (geográficamente desde Colima y Jalisco, cruzando Michoacán, Guerrero, Edomex y Morelos), donde Fernando Moreno Villegas y Alan García Aguilar aparecieron este 7 de enero en video, descalzos, encadenados de manos y pies, leyendo que están pagando por lo que ha difundido el portal Escenario Calentano sobre la banda que los secuestró, en tanto que otro de sus colegas, Jesús Pintor Alegre, se encuentra desaparecido.
Los tres son de Acapulco y Chilpancingo, Guerrero, municipios y entidad que están pésimamente gobernados…