Apuntes para mi Porfiario

"Apuntes para mi Porfiario", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón.

Difícil superar lo que tuiteó la canciller Alicia Bárcena:

Muñoz Ledo, “uno de los gigantes de nuestra vida pública, tribuno agudo, polemista fiero, diplomático sagaz, de opiniones categóricas y humor franco. Con sus luces y yerros, motivado siempre por el mejor futuro de México…”.

Por sus virtudes intelectuales que sintetizaba con espontánea originalidad en frases y definiciones luminosas (“Salinas no resiste la prueba de las urnas”), desde la primera vez que lo traté (finales de los 70), Porfirio fue para mí el Octavio Paz de la Política.

Al comienzo de la primera entrevista que le hice me dijo:

“Para que se entienda, coma, es necesario tomar en cuenta el contexto en que están dándose las cosas, dos puntos…”.

- De la puntuación yo me encargo, licenciado. Por favor no me trate como si fuera su secretario y me estuviera dictando -pataleé.

Reímos y desde entonces mantuvimos una comedida y oportuna relación periodística (solía llamarme para ufanarse de que iba a hacer tal o cual cosa que sacudiría el avispero político y solicitarme platicarlo en El asalto… de Milenio televisión).

Era tan soberbio que lo imaginaba queriendo patentar la palabra neurona.

Forjado en el echeverriato (del que jamás abjuró), trascendió como pocos en la política de los últimos 50 años: cofundador (con Ifigenia Martínez y Cuauhtémoc Cárdenas) de la tendencia democrática del PRI, que presidió; cuasi padre del hijo no deseado que fue el PRD (que lideró también) y cofundador de Morena (cuya ingrata dirigencia terminó por desdeñarlo), fue artífice clave del proceso democratizador y la alternancia en México.

Pragmático, se conducía en razón de lo práctico y lo útil, convencido más de la fuerza de los hechos que de la especulación sobre la “verdad” cacareada en postulados inaplicables.

Nunca se degradó a sectario ni dogmático.

Reconocía que su generación fracasó al no evitar la imposición del modelo cavernícola del neoliberalismo, pero sus convicciones liberales no le impidieron colaborar con gobiernos y presidentes de distintas filias y fobias.

Alérgico a la incondicionalidad y la lealtad a ciegas, condenó desde su morenismo tanto la política migratoria de López Obrador ante Donald Trump como su política de seguridad, y hasta llegó a decir que su gobierno tiene un pacto con el narco.

Su aportación a la reforma del Estado, a la Constitución Política de CdMx, a la política exterior y otras causas de bien fue reconocida por Felipe Calderón, quien ayer confirmó el fallecimiento:

“Trabajamos juntos desde la oposición, al frente de Acción Nacional y PRD respectivamente, en la Reforma Constitucional que hizo posible la transición a la democracia mediante la creación del IFE ahora INE…”.

Y López Obrador reiteró su respeto:

“Lamento el fallecimiento de Porfirio Muñoz Ledo, con quien por mucho tiempo tuve coincidencias. Las discrepancias recientes no borran los buenos y largos momentos de amistad y compañerismo; mucho menos su legado político”.

Necesitados de sus luces, muchas y muchos lo extrañaremos…