Desencantan los archivos secretos
La excitante “apertura de los archivos secretos del Cisen” decepciona cuando, según la oportuna principal en El Universal del viernes (Juanga, María Félix, Elba, narcos… espiados por gobiernos del PRI), se ve que hasta Carlos Salinas de Gortari fue sujeto de un explicable seguimiento de personas relevantes para los “espías”.
Con excepción del practicado sobre sospechosos de actos criminales, el “espionaje” no ha perjudicado a los que nada deben.
A Salinas “lo vigilaron por lo menos desde 1956 a 1985”, cuando estudiaba Economía en la UNAM y luego como secretario de Planeación y Presupuesto con Miguel de la Madrid. Que se le “espiara” cobra sentido si se recuerda que su padre, Raúl Salinas Lozano, era titular de Inversiones de la Secretaría de la Presidencia (1954-1958); secretario de Industria y Comercio con Adolfo López Mateos y aspiró a la Presidencia con que se alzó Gustavo Díaz Ordaz. Si con De la Madrid se le “espió”, el mismo De la Madrid lo escogió para Presidente.
El más revelador ejemplo de la esterilidad del “espionaje” a disidentes lo encarna su prominente detractor: “En el fondo correspondiente a la Dirección Federal de Seguridad se encuentran 15 hojas en las que se detallan las actividades que, de 1980 a 1983, realizaba el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando daba clases de Sociología en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco” (nota referida). Lo mismo sucedió cuando fue presidente del PRI estatal, y seguro continuó siendo sujeto de atención del Cisen hasta el final del gobierno de Enrique Peña Nieto. Nada impidió que sea hoy Presidente de la República.
Los mal llamados “archivos secretos del Cisen” son los reportes de agentes gubernamentales durante casi cien años: de 1920 a 1948 tendrán apertura total; en los de 1949 a 1988 se reservarán datos “sensibles” por tener menos de 70 años, y del 88 a la fecha no serán balconeables los datos personales, como tampoco entre cinco y doce años los que figuren en procesos judiciales o violenten la protección a los derechos humanos.
El seguimiento (menos dramático y agraviante) a personajes como Che Guevara, Fidel Castro, Manuel Bartlett, Porfirio Muñoz Ledo, Diego Fernández de Cevallos, Cuauhtémoc Cárdenas, Luis Donaldo Colosio, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Julio Scherer García, Joaquín López-Doriga, quien esto escribe, José Woldenberg, Héctor Aguilar Camín, Vicente Leñero, Enrique Krauze, Elena Poniatowska, Efraín Huerta, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Juan José Arreola, María Félix, Silvia Pinal, Ignacio López Tarso, Raúl Velasco, Juaga, Luis de Llano, Carlos Romero Deschamps, Rafael Caro Quintero, Ernesto Carrillo Don Neto, o Miguel Félix Gallardo no debiera escandalizar a nadie. Hasta los Fouché Fernando Gutiérrez Barrios y Miguel Nazar están en la lista.
La joya de la corona es el brinco del MI5 (local) a MI6 mexicano, “espiando” a… ¡la reina Isabel II!