Costos y ventajas de la desconfianza

Costos y ventajas de la desconfianza, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón.

Frase trillada y sin sustento: México tiene “las elecciones más caras del mundo”.

Las de 2018 costaron diez dólares por elector; en Colombia, ese mismo año, 12; en Brasil más de 13 y en Estados Unidos ronda los 30 dólares.

El costo aquí es por la “desconfianza’” en el gobierno y la “sobrecarga” de tareas del Instituto Nacional Electoral.

A diferencia de otros países, la desconfianza condujo a que no sean servidores públicos quienes organicen las mesas de votación.

Tampoco tienen que organizar visitas al 13% del padrón electoral ni convencer y capacitar a cientos de miles de personas para ser funcionarios de casilla.

Por ese recelo se imprimen boletas en papel de seguridad, se usa líquido indeleble y se hacen millones de copias del listado nominal para los representantes de los partidos que vigilan la votación.

Además de hacer el padrón (cuando lo elaboraba la Secretaría de Gobernación había “rasurados” y “votaban” muertos), el INE monitorea ‘todos’ los canales de televisión y estaciones de radio, y fiscaliza las campañas locales y federales.

Las disposiciones contra la desconfianza y las atribuciones del Instituto están definidas en la Constitución y en la ley electoral (no son un invento de los consejeros).

Podría tenerse una legislación electoral menos rebuscada y las elecciones, en consecuencia, ser menos “caras”, solo cuando se supere la bien ganada desconfianza.

El problema de la machacona especie se vuelve muy importante cuando, como sucedió en la “mañanera” del jueves, la repite el Presidente de la República.

Y más grave aún si la reiteración de esta mentira precede un recorte más al presupuesto para el año próximo, en que se renovará la Cámara federal de Diputados y habrá, por primera vez en la historia, 32 elecciones locales para 15 gubernaturas, 30 congresos estatales y prácticamente la totalidad de los ayuntamientos del país, con un total de 21 mil 368 cargos.

La institución deberá posibilitar que puedan sufragar 95 millones de ciudadanos en 160 mil casillas que instalará en el territorio nacional.

Y gajes de la demografía: frente a 2018, el padrón electoral se habrá incrementado en ¡cinco millones! y será necesario instalar 4 mil casillas adicionales.

El INE, dijo el Presidente, “‘es el instituto más costoso del mundo para la organización de elecciones’. ¿Y qué, garantizaban elecciones limpias y libres? No estaban para eso…”.

La difusión del apócrifo BOA, como apunté el viernes, tiene incubado el huevo de que Morena desconozca en 2021 resultados oficiales de sus derrotas, motivadas por el desgreñe interno que se traen en el partido y la mala gestión de muchos de sus militantes en distintos cargos públicos, pero sobre todo porque ninguno tendrá la ventaja de que en las boletas aparezca la fotografía del presidente López Obrador.

Si la austeridad versión 4T (virtual “austericidio”) le da otro apretón al INE y se pone en riesgo su capacidad operativa, se estará ante un escenario sin precedente en 100 años: no se podrán celebrar las elecciones.