Niño de 8 años cautiva al Papa
ROMA, Italia. Pasear por la afamada Ciudad Eterna en pleno agosto ofrece algunas ventajas a pesar de la humedad y las temperaturas cercanas a los 36 grados.
La temporada alta de verano ha terminado lo que disminuye notablemente las colas en museos y puntos turísticos además de abundar las gangas en hoteles, aviones y demás servicios.
Roma, con sus tres millones de habitantes, es la tercera ciudad más visitada de Europa, después de Londres y París.
La seguridad durante las 24 horas para los turistas es bastante buena, es cierto ocurren robos pero raramente homicidios.
Y no se diga la calidad de sus servicios de hoteles, restaurantes y transporte.
Su milenaria historia la convierte en un destino imprescindible para estudiantes, universitarios y familias jóvenes que desean aprender de la grandeza del imperio romano, las guerras europeas y las maravillas artísticas del renacimiento.
Sin olvidar a El Vaticano, sede mundial de la Iglesia Católica, que atrae año con año a miles de fieles que buscan ver al Papa y recorrer la Basílica de San Pedro y sus obras de arte como La Piedad de Miguel Ángel que nunca te cansas de admirar.
Pareciera que medio Roma se ha ido de vacaciones por el calor, sus calles lucen semi desiertas lo que facilita moverse en taxi.
Aquí el Uber funciona a medias, solo existe el servicio Black que es bastante caro e innecesario en esta temporada.
La paridad de aproximadamente 1.20 dólares por euro es un aliciente más para los visitantes, no es ya la Roma cara del pasado, incluso algunas comidas y servicios resultan más baratos que en países desarrollados como Estados Unidos.
El Coliseo con sus tres mil años de historia, el Castillo de San Angelo, la popular Fuente de Trevi, la Plaza de España, los museos de El Vaticano, las plazas Navona y Venecia, son apenas algunos de los cientos de atractivos de la capital italiana.
El martes por la tarde estuvimos en la Basílica de San Pedro que exhibe la tumba de San Juan Pablo II en uno de sus principales altares.
El recuerdo del célebre pontífice polaco se mantiene muy vivo, ni Benedicto XVI ni Francisco han logrado alcanzar la fama de su predecesor.
La tumba de Juan XXIII y también la de San Pedro, ubicada en la parte baja de la monumental iglesia, son también muy visitadas por los feligreses.
En Roma, al igual que en toda Italia, hay que estar alertas por los carteristas que se infiltran por doquier.
En una banca de El Vaticano a nuestra compañera le robaron su sombrero para el sol que dejó por escasos minutos.
Reponerlo costó nueve euros y una buena inversión de tiempo para escoger el más adecuado.
Audiencia del Papa
Como casi todos los miércoles, Francisco recibió esta semana a miles de católicos en la Plaza de San Pedro, en donde dedicó su mensaje a exaltar la figura del primer apóstol de Cristo y fundador de la Iglesia Católica.
San Pedro —expresó Su Santidad— se acercó a las camillas y pasa entre los enfermos, igual que había hecho Jesús.
El pescador de hombres “no asumió ningún protagonismo”, sentenció.
Francisco salió a la explanada en el papa móvil poco antes de las 9:30 de la mañana para recorrer la plaza y saludar a los fieles durante varios minutos.
Su mensaje —traducido a varios idiomas— fue breve y no tocó temas políticos o sociales de actualidad.
Se le veía espléndidamente bien, al término del evento dedicó más de una hora a saludar de mano a cientos de personas con quienes conversaba detenidamente y les daba su bendición.
El niño Antonio de ocho años y procedente de Palermo, Sicilia, gritaba a pulmón abierto desde las vallas que deseaba ver al Papa para entregarle un regalo.
Guardias iban y venían sin que nadie autorizara el ingreso del menor.
Finalmente a menos de cinco minutos de que terminara el evento, Antonio pudo acercarse al Pontífice y darle en mano las partituras de una pieza musical que el pequeño compuso especialmente para Francisco.
El Papa se emocionó mucho, le agradeció el gesto, lo exhortó a continuar su dedicación al piano y a la música y le impartió su bendición.
Un feliz Antonio se convirtió esta mañana en el héroe de buena parte de los asistentes a la audiencia.
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