Y ahora ¿quién podrá defendernos?
La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte
La sociedad civil organizada en México ha jugado un papel fundamental los últimos años para contribuir en la solución de las problemáticas sociales, aportar en la construcción de la democracia y ser un actor que sirva como contrapeso a las decisiones que toman los gobiernos en sus tres niveles.
No se cuenta con un registro único de organizaciones de la sociedad civil, pero según el Registro Federal, a cargo del Instituto Nacional de Desarrollo (Indesol), en México se enlistaron 45,546
instituciones, de las cuales el 35% están dedicadas exclusivamente a brindar asistencia social.
Según el Inegi, las instituciones sin fines de lucro aportan el 3% del PIB Nacional y generan 1,541 empleos directos, además de gestionar un recurso humano de 2,440 personas que trabajan voluntariamente.
Las OSC´s viven al día, pues obtienen su presupuesto de los donativos de empresas, ciudadanos afines a la causa, de actividades propias y de la transferencia de recursos públicos. Quienes estamos en este sector, sabemos que conseguir recursos para operar, no es tarea sencilla.
Tras la llegada del Covid-19 a México, muchas de estas instituciones han tenido que cerrar temporalmente, quedando sin los ingresos que generan derivado de sus actividades (cuotas de
recuperación y eventos de recaudación, entre otros).
Adicional a esto, la contracción que se espera en la economía afectará severamente a todos, haciendo que los donativos a las causas sociales queden postergados para un periodo futuro. ¿Cómo harán las organizaciones para seguir atendiendo a los miles de beneficiarios?
¿Cómo se conservarán los empleos de este sector que vive prácticamente al día? La preocupación por el Covid-19 ocupa todos los titulares; sin embargo, es momento de abrir espacio en la agenda pública para pensar en este sector.
Podríamos considerar que las donaciones no son prioritarias, hasta que hacemos un alto y pensamos en los miles de niños en este país que están en una casa-hogar, los cientos de mujeres que se refugian en centros para víctimas de violencia, los miles de ciudadanos que reciben algún tipo de tratamiento en un asociación civil, las miles de familias que reciben capacitación productiva para salir adelante, los niños y niñas que reciben terapia de rehabilitación física y emocional.
Las organizaciones civiles ayudan a garantizar derechos fundamentales y dan voz a grupos marginados, y hoy están sin apoyos federales, sin donaciones y con un futuro incierto. Sin embargo, antes de terminar de sepultar al sector, pensemos que sin una sociedad civil organizada fuerte, dejamos sin atención a los problemas sociales más apremiantes y sin un contrapeso serio que busque el beneficio de todos los mexicanos.
Es momento de no dejar de lado a quienes por años han dado la batalla para conseguir mejores condiciones de vida para todos, es momento de ayudar a quienes nos ayudan. Que el Covid-19 no se
lleve a las OSC´s, les aseguro que tras la contingencia, las vamos a necesitar
La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.
@PaulaTakashima