Un festín a toda m...
El autor es licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.
Agueda, -¿no está Nachito por ahí?- -¡Aquí ando Carmen! ¿qué se te ofrece? - -Pues como cada año, Nachito, andamos pidiendo donativos para la fiesta del Día de las Madres.- -Muy bien Carmen, ven pasado mañana, aquí te voy a tener unas tablas de picar pa’que las regalen.-
Los preparativos empezaban con un mes de anticipación, un grupo de mujeres se dedicaba en cuerpo y alma a organizar la fiesta más esperada por las señoras de la Capital del Mundo.
El 10 de Mayo, a las 7 de la tarde en punto, cuando el sol ya estaba terminando de caer, las calles se llenaban de variados perfumes, incluyendo talco Maja; las bellas mamás salían de sus casas portando los mejores vestidos junto a los tacones más altos; sobre piedras, tierra o cemento, sonaban los pasos desde todas las latitudes caminando rumbo al salón para Actos Cívicos, “el casino del pueblo”.
Como cada año, el H. Ayuntamiento encabezado por la primera dama, había preparado un jolgorio donde prevalecía un punto de encuentro y alegría: no había un solo hombre convocado
o colaborando en el festejo, por lo tanto, las mujeres podían reír, bailar, comer y beber a sus anchas sin prejuicios ni críticas machistas.
Las mamás llegaban siempre en grupos, mismos que se iban armando en las calles cuando salían de sus casas y encontraban alguna vecina, pariente o amiga en el camino; en la entrada del casino les entregaban un boletito numerado para la rifa; después se ubicaban en la mesa de su preferencia.
Cabe aclarar que el acomodo lo realizaban de acuerdo al partido político de cada dama. Nunca había una priísta sentada junto a una panista, o viceversa. A las 7:30 hacían su entrada triunfal las almas de la fiesta, cada una cargaba una pequeña hielera que cabía perfectamente debajo del mantel de la mesa.
Se escuchaban los chasquidos de múltiples latas rojas bien heladas y empezaba la música. En esa ocasión las organizadoras habían echado la casa por la ventana, sonaba un conjunto norteño de
bocinas potentes y amplio surtido de luces multicolores.
Luego, un intermedio para coronar a la más longeva del pueblo, la Yoya de Gonzalo (+), con casí cien años a cuestas, disfrutaba como nunca el bochinche. Más adelante, la piñata, una
estructura cúbica de madera forrada de celofán y repleta de globos con más regalos en su interior; jóvenes y no tan jóvenes brincaban sin pudor peléandose por los globos entre carcajadas
y uno que otro flato de alegría, que obviamente terminaba en fl atulencia, pero a esa hora, lo que menos había era vergüenza.
Cada mesa estaba decorada con un pequeño arreglo de flores artificiales y para no entrar en conflictos, le pertenecía a la primera en sentarse. De tal forma que si la mamá puntual se iba antes, cargaba con el jarrón dejando la mesa bichi.
Las colaboradoras de la primera dama empezaban ordenadamente a recoger los boletos numerados, intercambiándolos a las asistentes por alguno de los muchos regalos envueltos con
harto celofán y listón morado, colocados meticulosamente a los pies de los músicos en el estrado del lugar.
Ahora sí, el momento de la comida, aquí ya estaban todas sentadas a la mesa, hasta la mismísima Pancha de Candelario que no dejaba de bailar desde que los músicos comenzaron a afinar instrumentos.
Llegaban las jóvenes voluntarias con charolas cargadas de platos rebosantes de barbacoa hecha en malla, unos frijolones puercos que ya se habían cuajado ante la gran cantidad de manteca
de cerdo y chile colorado, más una porción de repollo con salsa y su respectiva bolsita con tenedor, servilleta y dos tortillas dobladas en forma de triángulo. ¡A comer…! para seguir pascoleando hasta las siete de la mañana.
Dicen la beatas del pueblo, que por años se vio llegar a misa de 7 a un par de mujeres sudadas y despeinadas después de tanto baile, que conectaban con ligereza y facilidad lo sacro con lo pagano.
El autor es licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.
@chefjuanangel