¿Te han desmotivado en tu trabajo?
El autor es Asesor Parlamentario de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión.
En nuestra vida, en ocasiones, nos encontraremos con personas que busquen frenarnos, que nos desalienten y que su carga negativa busque permear en nuestro ser. De nosotros depende la manera en que vamos a conducirnos y cómo con nuestra actitud ante cada situación giremos para esquivar los obstáculos para seguir en el camino a nuestras metas.
El síndrome de Procusto se atribuye a las personas que, al verse superados por el talento de otras personas, los menosprecian y desmotivan. La inseguridad de estas personas la pueden manifestar de diversas formas, principalmente buscan no ser opacadas, pero como no logran sobresalir, hacen todo lo posible para que quienes están a su alrededor tampoco lo hagan.
El origen del nombre con el que se le conoce al síndrome se atribuye a un mito griego, ya que Procusto, también conocido como Damastes, es según la mitología griega uno de los hijos de Poseidón, quien invitaba a los viajeros a que pasaran la noche en su casa. Lo hacía con tanta amabilidad que nadie solía rechazarlo.
Cuando sus invitados dormían Procusto los amordazaba y los medía para comprobar si su tamaño era diferente al de las camas de hierro que les había ofrecido para dormir.
Si la persona a la que estaba midiendo sobrepasaba el tamaño de la cama, Procusto les cortaba las partes del cuerpo que salían de la misma. Por otra parte, si la persona era más pequeña y no ocupaba todo el espacio de la cama, les rompía los huesos con un mazo para estirarlos y dejarlos a la medida de donde hasta hace unos momentos pretendían dormir.
Buscaba con ello, que todos tuvieran el mismo tamaño, cosa que pasa con las personas que tienen este síndrome y quieren que nadie destaque para que no los opaque.
La rutina de Procusto llegó a su fin con la llegada de Teseo quien al ver las actividades que este realizaba noche a noche, decidió ver si Procusto cumplía con las medidas de su cama y al ver que este era de un mayor tamaño, procedió a castigarlo de la misma manera y lo mató al cortarle la cabeza.
Seamos un factor de unidad y procuremos que nuestras actitudes tiendan un puente para que quienes se encuentran a nuestro alrededor puedan sobresalir. Si logramos esto ¡avanzamos todos!
El autor es Asesor Parlamentario de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión.
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