Sobreviví al AH1N1

El autor es productor de radio y televisión.

En abril de 2009, quien esto escribe, vivía en la ciudad de San Luis Potosí; una oferta de trabajo me llevó hasta esa bella capital y tenía poco tiempo de haber llegado.

En ese entonces, yo trabajaba como subdirector de noticias y productor del noticiero MX24/7 de MEXICANAL, en mi oficina tenía la señal directa de la Presidencia de México y de repente, entró una pizarra, donde se advertía que el titular de Salud, José Ángel Córdova, advertía sobre la oficialización de una pandemía de la influenza AH1N1.

En México, San Luis Potosí fue una de las entidades con más número de decesos y el hospital donde se registraron más casos, estaba a 4 cuadras de mi departamento. Por disposición oficial, toda la gente, teníamos que portar tapabocas y guantes. En la oficina se repartió alcohol en gel para las manos, tapabocas, guantes y teníamos que limpiar los teclados y accesorios de los equipos de cómputo que se utilizaban.

El fin de semana siguiente, tuve que ir de compras a un centro comercial y de repente, un escándalo se dejó escuchar en uno de los pasillos de la plaza. Era una brigada de la Secretaría de Salud, así con trajes aislantes, como escena de película del fin del mundo. Con altavoces, nos pidieron desalojar de inmediato el centro comercial, ya que no podía haber concentraciones de gente.

En el edificio donde estaba la oficina, fue restringido el uso del elevador, afortunadamente eran 5 pisos, así que como sea subía y bajaba. El café al que acostumbraba a ir los sábados dispuso de espacios al aire libre y minimizaron la cantidad de sillas y mesas en el interior. Todo era una paranoia extraña. Las calles solas, y la desoladora imagen de familias cubiertas con tapabocas y guantes.

Dejaron de existir los saludos con beso de por medio, los apretones de mano y los abrazos; todo era de “lejecitos” como decimos en Hermosillo. La experiencia de la epidemia de AH1N1 me enseñó que a pesar de que culturalmente, los mexicanos somos rejegos a las medidas sanitarias en una situación de emergencia, la gente sí respondió tal cual debía hacerlo, sin reclamos y sin regateo de las medidas sanitarias que se tenían que aplicar.

Ninguna medida es exagerada, no debemos caer en la provocación de quienes politizan las medidas de las autoridades nacionales y mundiales en materia de salud. Debemos cuidarnos y estar atentos a la información fidedigna que se transmite en los medios de comunicación y ser discriminatorios en la que se plasma en redes sociales. No tenemos pretexto como mexicanos, con el AH1N1 lo hicimos bien y ahora debemos mostrar que nos quedó algo positivo en aquella lección.

El autor es productor de radio y televisión.

daniel.rios@expreso.com.mx