Segregación y marginación urbana

El autor es Arquitecto y Maestro en Valuación Inmobiliaria e Industrial.

Continuando con el concepto de un urbanismo humanista, un punto neurálgico para el entorno urbano-social es el desarrollo humano, el cual, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, es el que sitúa a las personas en el centro, entendiendo que el desarrollo de un país, no puede ser entendido sólo desde la perspectiva del crecimiento económico.

El propósito final del mismo se encuentra en cada uno de sus habitantes y en las posibilidades que ellos tienen para elegir una vida donde puedan realizar a plenitud su potencial como seres humanos (PNUD México).

Señala tres aspectos básicos del desarrollo humano, los cuales son medibles: Índice de salud, índice de educación e índice de ingreso. Esto está ligado directamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, los cuales fueron aprobados por la ONU en 2015, al cumplimiento del Acuerdo de París y la Nueva Agenda Urbana.

Tienen como prioridad ser una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el cual mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás. La agenda cuenta con 17

Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la educación, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente o el diseño de nuestras ciudades.

En el Objetivo11: Ciudades y comunidades sostenibles, menciona como primera de entre varias metas principales, de aquí a 2030, asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales. Ahora, volteando a ver hacia nuestro entorno urbano, nuestra ciudad, ¿en qué situación estamos?, ¿podríamos decir

que nuestra ciudad provoca o genera las condiciones para el desarrollo humano?

Es una tarea difícil para cualquier Gobierno, el ordenamiento, manejo del suelo urbano y suburbano y en la regulación de los usos de suelo, los cuales van cambiando en una inercia de desarrollo social muy complicado de controlar y contener, aun existiendo las normas respectivas.

Se podría decir que la transformación negativa que está sufriendo el territorio urbano nacional es producto de una política habitacional que desborda cualquier intento de planeación y ha puesto por delante su carácter rentista (Cervera, Arturo, “Fragmentación y segregación socio-espacial en las ciudades mexicanas”, LA.Network), y si a esto sumamos los asentamientos irregulares,

resulta en segregación urbana y zonas marginales (muchas de ellas asentadas en zonas de riesgo), donde se carece de los principales servicios básicos de infraestructura, vivienda digna, espacio público, transporte y fuentes de empleo accesibles, por mencionar algunos aspectos necesarios para el desarrollo de las comunidades.

Esta segregación vuelve además más vulnerable a la ciudad, con las correspondientes consecuencias de pérdidas humanas y económicas, al ser afectados por los fenómenos naturales.

Además, en el aspecto de seguridad, aumenta la percepción negativa de la misma. No hay que olvidar, como se ha mencionado, el entorno afecta, modifica o condiciona, la psique individual y comunitaria y sus comportamientos.

Por lo tanto, se requiere que los gobiernos del nivel correspondiente (con participación de la sociedad civil), deben asumir su rectoría en materia de desarrollo urbano y vivienda, desde la visión del desarrollo humano, así se promoverán los cambios necesarios y romper con los esquemas de segregación urbana y marginación que demeritan la calidad de vida y pleno potencial de los habitantes urbanos.

El autor es Arquitecto y Maestro en Valuación Inmobiliaria e Industrial.

Estudios en Administración de la Construcción, Diplomado en Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial y Diplomado en Protección Civil.

jlmorch@hotmail.com.