¿Para qué sirven los diputados federales?
El autor es director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.
El Artículo 51 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice:
“La Cámara de Diputados se compone de representantes de la nación, electos en su totalidad cada tres años por los ciudadanos mexicanos”.
Esto significa que los diputados representan a la Nación, es decir, al conjunto de mexicanos ligados por origen, idioma, creencias, costumbres, la aspiración a un destino común y que comparten la cultura nacida de nuestro devenir histórico.
Este concepto de Nación evita el requerimiento de que la comunidad ocupe un territorio específico.
Supongamos que un ciudadano comulga con la ideología de cierto partido político, que interesado en política hace labores de partido y pertenece a algún grupo igualmente interesado en hacer carrera política.
Supongamos que los méritos e intereses personales, públicos, políticos y de grupo hacen posible que el ciudadano sea postulado como candidato por el distrito que le corresponde, que resulta elegido y que protesta el cargo ocupando su curul.
El diputado ya no representará solamente a su partido ni a los ciudadanos que votaron por él ni a los habitantes de su distrito, sino a toda la Nación.
No es que cada diputado represente a su distrito y estando todos los distritos en la Cámara sea el conjunto de diputados los que representen a la Nación.
El texto constitucional es claro, la Cámara se compone de representantes de la Nación.
De ahí que cada diputado federal forma parte del conjunto indivisible que representa a la nación, una vez elegido no es representante sólo de los ciudadanos que votan, sino también de niños, ancianos y nacionales aunque no tengan derechos ciudadanos.
Sin embargo, por identificación con el distrito que lo eligió, por costumbre de hacer gestoría a favor de su distrito, por disciplina de partido y por interés en su carrera política tiene que atender estos llamados cuando no entren en conflicto con el interés general.
Hoy en día, las relaciones de fuerza entre grupos parlamentarios han venido educando a los diputados federales a pactar con contrincantes. Pero se tiene que dar el siguiente paso.
Respetar también el voto de conciencia de cada diputado.
Este voto acotará lo posible de ser pactado, desde luego, pero es el paso que restituiría la personalidad que la Constitución otorga al diputado en lo personal.
Con su conciencia, con su distrito o con su partido, las iniciativas de ley abarcan toda la vida nacional, no es creíble que absolutamente en todas vaya en juego el interés político de partido para que éste exija disciplina total.
Corresponde a los diputados, sin declararse independientes, empezar a defender lo público de su representación.
Evidentemente queda margen en muchas deliberaciones para que el diputado emita su voto a conciencia limpia y a favor del interés general.
Ojalá y revise usted los perfiles y resultados de los diputados federales en su distrito.
Ojalá y tengamos en el futuro diputados que realmente defiendan los intereses de los ciudadanos y no de sus grupos políticos.
Usted, ¿qué piensa?
El autor es director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.
Presidente de Grameen de la Frontera.
@rafaelroblesf