Organizaciones de doctores

Para hablar de organizaciones académicas las debemos de separar entre aquellas conformadas por quienes terminaron una licenciatura, una maestría, doctorado, posdoctorado o bien, de sociedades de alumnos de todos los niveles o también de profesionistas agremiados en cámaras, colegios o asociaciones independientes, lo cual nos da mucho menaje que en su momento trataremos uno por uno.

Pero en este caso vamos a tratar el tema de los doctores que debemos dividir en dos grupos, aquellos de las ciencias duras (física, matemáticas, química, etcétera) y de las ciencias blandas, dirigidos a las ciencias sociales primordialmente.

Conforme a los análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en México de cada cien egresados de licenciatura cuatro terminan una maestría y uno, un doctorado, según cifras de 2015 que hoy prevalecen.

Para que se dé una idea. Si juntáramos a todos los que cuentan con un doctorado en el país, no se llena el Estadio Azteca, pues las cifras al 2017 eran de 77 mil con este grado. Y más aún, en un sólo año Estados Unidos gradúa poco más de 70 mil doctores sumando en su vida algo así como cuatro millones al día de hoy y de esa cantidad y por razones lógicas, unos 20 mil doctores mexicanos se encuentran laborando en suelo gringo, pero esa es otra historia.

Pero vayamos al rubro de organización en México.

Ocurre que cuando los doctores deciden unirse, lo primero que desdeñan es a los que han cursado maestría por dos razones muy propias.

Por un lado existe un pensamiento muy válido de que los únicos que pueden realizar investigación son los doctores –cuasi científicos-, y quienes cuentan con maestría están en esa transmutación, pero no tienen el derecho a juntarse con quienes han calificado y cuentan con el grado superior. Que le batallen más, pues. Es aquella fábula del cangrejo en un balde. Lástima.

Por el otro, las organizaciones de doctores son selectivas: los de ciencias duras se consideran superiores a los que integran las ciencias blandas pues las sociales que tratan directamente sobre el ser humano en un ambiente en sociedad, sus conclusiones no son exactas debido al sistema cambiante en el que se maneja el ser humano quien, según las ciencias propias cambia de parecer conforme al entorno científico, tecnológico y político que le rodea.

Para entender esto debemos conceptualizar lo que significa una “teoría” la cual es un concepto aplicado y validado para el mundo entero, el cual no tiene margen de error según los doctores de las ciencias duras y que les otorga el privilegio de ser mejores en un sentido peyorativo, mucho más pues, que los doctores en ciencias blandas.

Lo curioso es que este mismo pensamiento y comportamiento de doctores ocurre y es similar a nivel mundial.

Aunado a ellos las organizaciones de doctores en México a su vez son muy cerradas, sus liderazgos se fincan en los Sistemas Nacionales de Investigación (SNI 1, 2 y 3, el máximo), en las cuales el nivel tres es el doctor que mayor reputación tiene y por lo cual debe dirigir esa asociación, aun y cuando no cuente con las herramientas adecuadas en materia de comunicación y de otros tipos de aspectos básicos.

Es la generalidad, pues cualquier mensaje que salga de este tipo de organización entra y se coloca en el mundillo especial académico que suele ser muy, pero muy criticado por el sustento propio que significa la metodología de la investigación, misma que les otorga el sacrosanto derecho de ser considerados especialistas en el manejo del conocimiento. Así de cerrado es esto.

De hecho, las organizaciones integradas por este tipo de personajes suelen estar encerradas dentro de las universidades conformadas por lo que llaman grupos de investigación que deben estar avalados por Conacyt, en el caso de México y cuyo valor es superior en base a la universidad a la que pertenecen, no es lo mismo la UNAM a cualquier otra universidad ubicada en provincia.

Las organizaciones de doctores ubicadas en México cuentan con un formato establecido de años, muy difícil de que sufran un cambio sustancial de corto plazo.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de internet. Consultor en Competitividad Organizacional con doctorado en Administración Pública.

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