Los conflictos del día a día
El autor es Licenciado en Psicología y Doctor. Actualmente es Investigador analista en la Universidad de Sonora y Director de S’Avant Consultores.
Llegas a tu casa todavía con la carga emocional de los asuntos pendientes de resolver de tu trabajo o negocio, bajas de tu auto y adviertes con enojo el notorio bulto de heces que ha dejado el perro de tu vecino en tu jardín, que volvió a dejarlo suelto y nuevamente ha elegido tu espacio para dejar su “recuerdo”.
Imaginemos otro caso, donde de igual forma llegas en la noche a tu casa de un día sumamente complicado en tu empresa o ambiente laboral, y lo que deseas es descansar y recuperar fuerzas para el día siguiente. Te vas a la cama y te despierta el alto volumen de la música de un vecino que constantemente hace fiestas por cualquier motivo. Por supuesto que no puedes dormir y el desvelo te pasa factura al día siguiente.
No quieres entrar en conflicto con tus vecinos, pero te molestan estas situaciones… ¿Qué haces? ¿De qué manera resuelves esta situación? ¿Recurres a la violencia? ¿Te niegas a colaborar en una posible solución? ¿Te quedas pasivo?
Este es uno de los muchos casos dentro de la vida familiar, laboral o social donde constantemente nuestra relación con los otros puede generar algún tipo de conflicto, a sabiendas de que la convivencia humana es uno de los aspectos que nos exigen muchas habilidades y actitudes para poder superarlas.
Para ello los expertos nos indican que, para poder resolver un conflicto, debemos de tener al menos tres actitudes básicas: No recurrir a la violencia, ser colaborativos y finalmente, sentirnos lo suficientemente empoderados para creer que podemos resolverlo activamente.
Hay que recordar que un conflicto “Es una divergencia percibida de intereses y creencias de que las aspiraciones actuales de las partes no pueden ser alcanzadas simultáneamente o son incompatibles” (Pruitt y Kim, 1994:5).
Resaltan dos aspectos sumamente importantes: la divergencia (como la película del mismo nombre) y la percepción. La divergencia, como una falta de acuerdo entre dos o más personas, sobre todo por la distinta o incompatible percepción sobre intereses o creencias que aspiran mutuamente.
El sólo hecho de haber incompatibilidad de intereses, genera un conflicto, que desgraciadamente en ocasiones puede ser subjetiva esta percepción, ya que no siempre corresponde a la realidad.
Los mismos autores antes mencionados señalan que los temas o áreas donde más se presentan conflictos son: las relaciones de poder, la escasez de recursos, las necesidades materiales y psicológicas insatisfechas, entre otros.
Volviendo a nuestros casos imaginarios y sobre la pregunta que nos hacíamos sobre cómo reaccionamos las personas frente a los conflictos, Pruit y Kim nos ilustran sobre cuatro principales estrategias que adoptamos normalmente para estas situaciones, tomando en consideración dos aspectos primordiales:
El grado de preocupación que tenemos para alcanzar nuestros objetivos y,
El grado de preocupación que tenemos para que los demás alcancen sus metas.
Con mucho gusto estaremos abordando estas estrategias en nuestro siguiente aporte. ¡Hasta entonces!
El autor es Licenciado en Psicología y Doctor. Actualmente es Investigador analista en la Universidad de Sonora y Director de S’Avant Consultores.
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@rsolorzanoa