Leer en verano

El autor es director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.

Iniciamos este marzo con medidas sanitarias por la contingencia del coronavirus y continuamos en el verano fortaleciendo acciones preventivas.

Al estar más tiempo en casa han aumentado las series vistas en las diversas plataformas.

La pregunta es si hemos aumentado tiempo para la lectura.

¿Están perdiendo las nuevas generaciones la oportunidad de usar su imaginación al recurrir más a las series de televisión y las producciones cinematográficas que a la lectura?

Muestran a los personajes que conocen de forma visual, pero nos parece que hacen flojas a la imaginación y hacen perder el encanto de la fantasía que nos proporcionaban, entre otros.

Todavía nos sorprendemos cuando algún adolescente confiesa que no ha leído Los Tres Mosqueteros, El Libro de la Selva ni tienen idea del Cid Campeador, ni del Quijote.

¿Para qué?

Si ya vieron la película y así se privan del gozo de la buena literatura.

Hace no demasiados años no podíamos disponer de tantos libros.

Nuestros propios padres y abuelos tuvieron menos oportunidad de leer que lo que nosotros ahora tenemos.

No había tantos libros y los que se distribuían eran bastante costosos, a veces demasiado caros.

Hoy día la lectura es algo que está a nuestro alcance, hay ediciones de libros bien económicos, e incluso podemos leer desde las versiones electrónicas.

Esta carencia del conocimiento intelectual repercute en la dificultad que tienen para leer en voz alta: balbucean, tartamudean, no identifican en la palabra escrita las palabras que utilizan en el lenguaje común, por lo que tampoco reconocen el valor de los puntos y comas.

Detalles fundamentales para ayudar a la comprensión y valoración de textos.

En ocasiones esta limitación llega al extremo de provocar la risa de sus compañeros en el mejor de los casos.

Recuerdo la anécdota de una estudiante universitaria, que al estar escribiendo la obra de un pintor, expresó que era importante observar la figura de un “méndigo” (en vez de mendigo) que se encontraba en el ángulo del cuadro que analizaba, y como éste podríamos citar muchos ejemplos, incluyendo a los que se dedican como profesión a la comunicación en los distintos medios.

Es importante hacer nota que al carecer del ejercicio de las facultades que se desarrollan con la lectura tales como la capacidad de observación, de análisis, de reflexión, de síntesis, la vida intelectual se queda en el periodo prehistórico de ese ser humano, que para expresarse cuenta con un reducidísimo lenguaje hecho con base en signos, sonidos y expresiones que se van poniendo de moda.

La lectura no sólo proporciona información (instrucción) sino que forma (educa) creando hábitos de reflexión, análisis, esfuerzo, concentración... y recrea, hace gozar, entretiene y distrae.

Una persona con hábito de lectura posee autonomía cognitiva, es decir, está preparada para aprender por sí mismo durante toda la vida.

En esta época de cambios vertiginosos en la cual los conocimientos envejecen con rapidez, es fundamental tener un hábito lector que nos garantice tener conocimientos frescos, actualizados pues ello nos vuelve laboral y académicamente más eficientes y competentes en el campo laboral o académico.

Tener una fluida comprensión lectora, poseer hábito lector, hoy en día, es algo más que tener un pasatiempo digno de elogio, es garantizar el futuro de las generaciones que en este momento están formándose en las aulas.

Asimismo cuando no leemos nuestra mente se mecaniza, el espíritu se hace insensible, la cultura se paraliza, la sociedad se vuelve superficial, las instituciones se ciclan y el progreso integral se retrasa.

Usted, ¿qué piensa?

El autor es director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.

Presidente de Grameen de la Frontera.

@rafaelroblesf