Las mujeres y la tercera guerra mundial

Profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte. Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

La creciente tensión de las relaciones entre Estados Unidos e Irán abrió la posibilidad de desencadenar un conflicto armado de magnitud tal, que daría origen a una Tercera Guerra Mundial.

Ante esta posibilidad, en redes sociales comenzaron a circular imágenes y frases que se burlaban acerca de que las mujeres en este momento prefieren renunciar a la igualdad de derechos antes que ir a la guerra; en algunas de ellas se observaba mujeres cocinando con la leyenda “Yo cuando me entero de que por pedir igualdad de derechos me pueden enlistar en el ejército para la Tercera Guerra Mundial”.

La constante exposición a este tipo de mensajes que se burlan del feminismo y su lucha por la igualdad me hizo reflexionar acerca del rol que han jugado las mujeres en la historia, y en específico en la guerra. Pareciera que somos tan invisibles que nadie ha notado que nunca estuvimos ausentes de los conflictos armados, y que incluso en muchos de los casos, nos tocó padecer la peor parte.

Durante la Segunda Guerra Mundial miles de mujeres tuvieron que participar en las fábricas de armamento, como auxiliares en el frente de guerra, en la reparación de aparatos de aviación e incluso desempeñando labores de inteligencia. Todo esto sin dejar atrás a las miles de mujeres que se enlistaron como bomberos o enfermeras, las cuales provenían de países que se habían declarado neutrales al conflicto.

La Primera Guerra Mundial tampoco fue la excepción, pues ante la partida de cientos de hombres al conflicto, las mujeres tuvieron que tomar roles protagonistas en la sociedad y dejar sus labores de amas de casa. En este conflicto también tuvieron que cumplir con labores de enfermería en los ejércitos (sobre todo aquellas que estaban solteras o quedaban viudas por la guerra). Las que permanecían en sus territorios de origen tuvieron que asumir tareas que antes estaban destinadas a los hombres, con el objetivo de sostener la economía y garantizar la sobrevivencia de todos los habitantes.

Las mujeres, al igual que los hombres, sufrieron bombardeos, ataques y disparos, en ambos conflictos, sin que se hiciera distinción en función de su sexo. El destino de las mujeres capturadas era a veces incluso más trágico que el de los hombres. Los nazis, especialmente en los primeros años de la segunda guerra mundial, las acostumbraban a fusilar primero.

En ambos conflictos,  los países han idealizado la labor de sus héroes: soldados ejemplares que salvaron cientos de vidas, hombres que con sus labores de inteligencia impidieron ataques e incluso varones que encabezaron las negociaciones de paz. Pero la labor de las mujeres continúa invisible: las mujeres que salvaron cientos de vidas con sus labores de enfermería o incluso las que encabezaron escuadrones femeninos de defensa, siguen en el anonimato.

Es por ello que en pleno 2020, muchos siguen pensando que las mujeres tenemos miedo de ir a la guerra, sin tener la sensibilidad para entender que hemos sido protagonistas de cientos de historias en los conflictos armados y que hemos sufrido las consecuencias en igual o mayor proporción que los varones. La posibilidad de que exista una tercera guerra mundial nos asusta, no porque tengamos que participar en ella, sino porque sabemos que la violencia no es la solución a ningún conflicto; nos aterra porque las decisiones de unos cuantos cobran cientos de vidas y porque en una guerra no hay ganadores.

“La guerra es una masacre entre gente que no se conoce, para provecho de gente que sí se conoce, pero que no se masacra”

Paul Ambroise Valéry

 

 

Navojoense. Profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte. Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

@PaulaTakashima