La vida después del Joker

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

La película el Joker ha acaparado las conversaciones las últimas semanas y ha generado tendencia en redes sociales.

La cinta logró recaudar 234 millones de dólares a nivel mundial, en sus primeros días, convirtiéndola en una de las más taquilleras.

¿Pero por qué tanto furor por El Joker?

De entrada, miles de advertencias acerca del contenido violento de la producción generaron expectativas e incertidumbre en el público.

Se puede estar a favor o en contra de la necesidad de incluir tantas escenas cargadas de violencia, pero en realidad resulta interesante adentrarse en el mundo de un villano.

Tratar de entender la lógica del personaje y su historia trágica nos sumerge en la tentación de justificar sus acciones y convertir al victimario en víctima; después de todo, pocas veces tenemos la oportunidad de contar con una entrega completa que quite el reflector del superhéroe para pasarlo a quienes están del lado de los malos.

Y sí, pocas veces tenemos la oportunidad de descubrir el lado humano que todo villano tiene.

Es curioso cómo en estos días hemos leído diversos artículos que hablan de cómo Joker refleja la situación de la sociedad actual y cómo estamos llevando a individuos a convertirse en ‘villanos’.

La realidad es que la película nos sacude porque pone en la mesa de discusión temas actuales como: la brecha de desigualdad, la inseguridad, e incluso cuestiona la estructura de un sistema democrático que existe en el marco de un sistema clasista.

Pareciera que a partir del Joker entendemos que la falta de oportunidades, la inseguridad, la violencia y, sobre todo, la indiferencia, son los ingredientes para producir descomposición social.

Lo vemos como la novedad, como si la sociedad que retrata la película, no la viviéramos a diario.

El problema es que, a pesar de ser una gran película, los temas que presenta se hablan sólo al salir del cine, y al siguiente día continuamos caminando como si las reflexiones a las que llegamos a partir de la cinta no fueran importantes.

La vida después del Joker sigue siendo la misma.

Después de un fin de semana donde el estreno reventó las taquillas, hoy todos hemos regresado a nuestras ocupadas vidas, igual de insensibles, igual de indiferentes.

Pasamos por la vida ignorando a los ‘jokers’ que se atraviesan en nuestro camino (indigentes, pobres, enfermos, personas con adicciones o en situación vulnerable).

Seguimos de largo porque pensamos que no es asunto nuestro, y no lo es, hasta que el ‘asunto’ nos asalta, viola a un familiar, secuestra o mata a nuestros amigos y seres queridos.

Debemos aprovechar esta joya del director Todd Philipps para cuestionar, no sólo el modelo de sociedad que estamos construyendo, sino nuestro rol dentro de él.

¿Cómo estamos viviendo nuestras vidas?

¿Qué estamos haciendo por los demás?

Cada una de nuestras acciones en lo individual pueden tejer una sociedad más armónica, más compasiva y más incluyente.

Hayamos visto la película o no, la invitación es a permanecer con ojos abiertos a lo que sucede a nuestro alrededor, manos dispuestas a tender ayuda y corazón listo para apoyar a quien lo necesita.

El mundo actual, no necesita más villanos, seamos superhéroes.

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