La solidaridad ciudadana, un buen antídoto ante el coronavirus
La autora es directora Voz Empresarial.
Si nos ponemos a ver en los gobiernos del mundo no saben cómo actuar ante este virus nuevo, el Covid-19, que ha puesto en jaque la capacidad de responder ante lo desconocido.
Unos usan medidas draconianas, como cerrar fronteras, la población en sus hogares, toques de queda. Otros, como Suecia, apelan a la conciencia colectiva de contener el virus porque tarde o temprano no será sostenible al tener parada la actividad social y económica de un país.
Inglaterra es otro país con medidas diferentes: dejar correr el virus libremente entre la población sana para lograr una inmunidad de grupo. México es otro país que ha desconcertado a los líderes globales ante la relajación completa de las estrategias contra la pandemia.
Es impresionante que los humanos, ante lo desconocido, aunque sean líderes de países, el desconcierto los obliga a improvisar y el resultado puede ser negativo o positivo, es como casi sacarse la lotería, si no se basan en mentes científicas y prudentes que siempre han mantenido un perfil bajo por dedicarse a la ciencia y a la investigación y que ahora deberían ser los personajes que rigieran las agendas de Gobierno y no dejar politizar el tema, como ha sucedido en México.
Un día sí y el otro también, nos bombardean con información del impacto de las muertes y del número de contagiados a nivel local, nacional y global, las personas temerosas hicieron compras de pánico, dejando vacíos los anaqueles y desprotegidas a muchas personas, que por no tener dinero o tiempo, no pudieron hacerlas y hoy están sin los protectores mínimos para evitar al virus.
Y es aquí donde se empieza a transitar a otro carril, el de la solidaridad, la generosidad de acordarse del otro que está desvalido y sin protección alguna, por acaparadores que quizás se queden con todo porque la Divina Providencia y la actuación de las personas de quedarse en casa, surtió efecto y el problema duró menos tiempo.
Dentro del ámbito de la planificación y protección ante las emergencias, el comportamiento humano juega un papel crítico. La mayoría de las personas no ha tenido la experiencia de hallarse ante una situación de peligro inminente y cuando esto ocurre, algunas personas toman decisiones que incrementan el peligro para ellas y también para los demás.
Así, los comportamientos que se producen van desde una actitud de calma hasta un verdadero pánico. Parece un hecho constatado en la historia de los grandes siniestros que el miedo a morir ha causado muchas más víctimas que el siniestro mismo.
Se afirma, por ejemplo, que, en caso de catástrofe de regulares proporciones, sea cual sea su naturaleza (incendio, explosión, inundación, virus), el pánico ocasiona más daños y víctimas que la catástrofe en sí. Esto es lo que se tiene que cuidar mucho en esta situación inédita que se vive con esta crisis del coronavirus. El contagio físico es grave, pero el contagio del miedo puede rayar en detrimento de las otras personas más indefensas, y en eso es lo que tenemos que hacer conciencia en estos momentos.
No hay persona con la que hablo de que no refleje miedo ante lo desconocido, pero los que creemos en algo Superior a nosotros, sabemos que somos acompañados si hacemos lo correcto y anteponemos nuestra confianza y acciones en servir a nuestras familias y la del vecino o aquéllas que veamos débiles y desamparadas.
Seamos por primera vez conscientes de que el mundo que conocíamos al menos en unos meses más será un lugar diferente y con sorpresas donde el miedo se vuelve el rey para que ganen unos pocos y pierdan casi todos si no hacemos lo que tenemos que hacer, enfrentar los miedos personales y familiares todos ahora en casa.
Estábamos acostumbrados al ruido, al contacto social permanente, a los likes, a presumir, el ego era nuestra guía diaria, ahora, tenemos que ir a nuestros hogares y estar recluidos y si no sabemos cómo enfrentarlo, se puede volver un infierno o el cielo que siempre habíamos intuido, pero creemos que más vale malo por conocido, que bueno por conocer.
Depende de cada uno de nosotros aprovechar esta soledad personal y en familia para resurgir como una sociedad mejor, más generosa y colaborativa.
La autora es directora Voz Empresarial.
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