La nueva de nuestros hijos
La autora es Directora General de Alpha y Aurora Adicciones.
Fíjense que estos últimos meses hemos venido detectando las consecuencias de las nuevas “formas de educación” que se nos están saliendo de control. Resulta y resalta que ahora a nuestros hijos les causa “placer” el hacer que nos preocupemos, pero esto no al nivel ‘chantaje relajado de cualquier joven’, si no a un nivel tóxico preocupante.
Esto al momento de nuestra terapia con los jóvenes, andar indagando en dónde y en qué buscan ese estímulo, esa obsesión: nos damos cuenta que estas conductas les generan placer. Un placer, se pudiera decir, hasta cierto punto inconsciente o indirecto, pero que al momento de abordarlo terapéuticamente hay un descubrimiento, lo que permite trabajarlo y hacer el cambio.
Esto surge a raíz de que nosotros como padres cedemos a la manipulación y chantaje que ellos tienen de forma “tradicional”, lo que hace todo niño en su infancia, fingir tos para causar risa en los demás, pero si llegada cierta edad no ponemos un alto a eso, su pequeño cerebro lo va a registrar como un estímulo el cual se volverá patológico.
¿A qué papá no le agrada que su hijo dependa de uno?, al momento de tener un bebé en brazos, nos agrada que su alimentación, el amor, el espacio y la atención dependa de nosotros, es parte del proceso natural como seres humanos; pero llegada cierta edad tenemos que soltarlos, dejarlos crecer, dejarlos madurar, dejar que vivan sus propias experiencias y en base a ello tomen sus propias decisiones, pero,¿qué pasa, cuando aún de jóvenes-adultos, los papás tenemos esa necesidad exagerada de que ellos dependan de nosotros?
Se va desarrollando una codependencia enfermiza, irracional. Sucede a menudo que nuestros hijos tienen problemas de salud mental, como depresiones, crisis de ansiedad, intentos de suicidio, y, ¿no les sucede que inician entusiasmados un tratamiento y nunca lo terminan? y además hay una particularidad, posterior a que nosotros como papás damos esa atención.
Ellos de repente actúan como si nada, y a nosotros como papás nos hace ruido, ¿y la depresión? ¿y la ansiedad? ¿dónde quedó?; y no es que se haya “aliviado” sino que se vuelve de nuevo al círculo en la etapa de la luna de miel.
Tienen toda la atención, de nuevo poco a poco cada uno vuelve a tomar el rol y estos vuelven a necesitar esa atención y así el circulo vicioso. Hay que estar atento a estos síntomas, hay que
darles solución de raíz, hay que tener una reeducación tanto de los padres como de los hijos, no solapar los síntomas ,sino aprender a identificarlos y poner los limites dentro de lo necesario, ya
que si volvemos a dejar que se salga de control vuelven a ser de nuevo patológicos.
Esto es muy sutil, esto se da de una forma que si no la aprendemos a detectar a tiempo se puede volver patológico, como lo mencionaba anteriormente es vital que estemos informados,
que tengamos una identidad en la que basemos la educación de nuestros hijos, eso nos permitirá tener las pautas a los límites y decisiones que tomemos con respecto a ellos, la línea es muy delgada entre el amor y la codependencia, entre los límites y el abandono.
La ignorancia es la peor de las enfermedades.
La autora es Directora General de Alpha y Aurora Adicciones.